Zona Prehistórica de San Jerónimo, México

La zona de San Jerónimo, en Ixtapaluca, México, presenta vestigios de los primeros pobladores del Valle de México y del Continente Americano. Sus huellas dan noción de su forma de vida y de su tecnología.

Mario Eduardo Carmona González
Mario Eduardo Carmona González
2 de March · 1352 palabras.
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🕘 Resumen

La zona prehistórica de San Jerónimo en México se encuentra a una altitud de 2-100 a 2-600 metros sobre el nivel del mar y en las laderas donde la Sierra Nevada pierde altura hacia el norte.

El suelo está compuesto por basalto negro, arena y ceniza que favorece la vegetación y el clima es templado con lluvias estacionales en verano. La vegetación es abundante con coníferas, magueyes, nopales, arbustos espinosos, entre otros.

Además, la fauna es diversa con especies como conejos, aves rapaces, reptiles, mamíferos, coyotes y zorros. Los primeros habitantes eran nómadas que se dedicaban a la cacería y utilizaban utensilios de caza como puntas de lanza de hueso de mamíferos.

Posteriormente, surgieron las comunidades agrícolas que se asentaron en esta zona y construyeron viviendas con materiales como tezontle y adobe.

La zona prehistórica de San Jerónimo es un importante patrimonio histórico cultural donde se pueden apreciar los hábitos de vida de los primeros pobladores de esta región.

Zona Prehistórica de San Jerónimo
Ixtapaluca, Edo. De México

 


La zona prehistórica de San Jerónimo, en México, se encuentra alrededor de los 2-100, hasta los 2-600 metros de altitud sobre el nivel del mar, aproximadamente. Se encuentra en las laderas donde pierde altura, hacia el norte, la Sierra Nevada. El suelo, de características propias de la región volcánica del este del Valle de México, está constituido por basalto casi de color negro, arena y ceniza que forman en ocasiones capas profundas, propicias para la vegetación.
El clima es templado con lluvias estacionales en verano, y la estación seca es el invierno; la precipitación media anual supera los 800 mm en las partes altas de la sierra, y en ocasiones aparecen algunas nevadas en el mes de enero. De vegetación provista de coníferas (encino, pino, oyamel o abeto), opuntias o nopales, magueyes o pitas, arbustos espinosos, arbustos semileñosos, matorrales, y plantas con flores en la época húmeda del año.
La fauna representa una diversidad notable con especies propias de la zona, como el conejo teporingo. Además de aves de rapiña, como el águila o el halcón rojizo; aves zancudas y varias especies consumidoras de granos e insectos. Entre los reptiles, destacan culebras, víboras de cascabel y lagartos pequeños. Los mamíferos viven en madrigueras, como el tlacuache, el tejón o gato montés; o juguetean entre los árboles como las ardillas. En ocasiones puede ser visto algún coyote o zorro cerca de las barrancas.
                      

Origen étnico y Cultural
Para conocer el origen étnico de los primeros habitantes de la zona prehistórica de San Jerónimo, es posible remontarse en la historia hasta la época de las glaciaciones, ocurridas entre 70 y 80 mil años antes de nuestra era. Los grupos humanos de entonces, eran nómadas que se dedicaban únicamente a la cacería; algunos utensilios de esa época están representados por puntas de lanza de considerable tamaño, hechas en hueso de mamíferos de gran tamaño y en piedra. Utilizaban también las pieles sus presas para vestirse y construir sus refugios.

Estos grupos nómadas provenían de Asia, habiendo cruzado por un puente natural formado en el Estrecho de Bering, durante la época glacial. Según algunos expertos, los grupos humanos vagaron por las regiones americanas durante algunos milenios, en busca de climas más cálidos y siguiendo al mamut, al mastodonte, el antiguo caballo americano, y al enorme gliptodonte.
                                                 
Algunos de estos grupos avanzaron hacia el sur por la costa del Pacífico, otros lo hicieron por el litoral del Golfo de México. Otros grupos, atravesaron el altiplano mexicano, hasta llegar al sur del continente americano (algunos autores catalogan este período dentro de un lapso de 7 mil años). Así comenzó a poblarse el territorio del Valle de México y sus alrededores, como la zona de Sierra Nevada. Era un lugar propicio para la caza de grandes especies y de animales de menor tamaño, además de existir ríos y lagos donde pescar, así como gran cantidad de frutos, semillas y raíces para su alimentación.


La Cuenca del Valle de México tenía hace unos 24 mil años un gran lago; y ahí suponen los especialistas en la materia, se encontraron los restos humanos más antiguos del continente. Las huellas de estos habitantes se encontraron en el lugar llamado Tlapacoya, dentro del Municipio de los Reyes Acaquilpan, La Paz, en las cercanías del Municipio de Ixtapaluca. En una de las riberas del gran lago se encontraba este sitio, que era un cerro con cuevas, y tenía la particularidad de estar unido con tierra firme durante el día; al llegar la noche, la marea alta convertía el cerro en una pequeña isla, brindando así cierta seguridad al grupo que lo habitaba.
Este clan o tribu estaba dirigido por ancianos y seguramente unido por lazos familiares. Dedicado a la cacería y a la pesca, tallaron navajas, raederas, puntas de flecha y lanzas, para alimentarse con animales pequeños como ardillas, conejos, tortugas, peces, crustáceos y aves diversas. También con animales grandes, como venado, mamut, y mastodonte.Para ello, los cazadores, en grupo, acosaban a su presa, hasta llevarla a la orilla pantanosa del lago, donde el enorme animal se hundía por su peso y quedaba inmóvil. Al final, resultaba imposible llevárselo entero, así que incluso niños, mujeres y ancianos lo despellejaban y destazaban en el lugar en que le daban muerte.
A partir del año 10 mil antes de nuestra era, y con el final de la época glacial, un gran cambio climático provocó la desaparición de los grandes mamíferos y los grupos humanos se favorecieron de las nuevas y variadas especies vegetales y animales, reduciendo su dieta a base de carne y aumentando la recolección de semillas, frutos y vegetales. La caza perdió importancia en torno a la actividad grupal.
Con el tiempo, la vida nómada se transformó. Esto fue obligado al tener que permanecer más tiempo en los lugares donde abundaban los vegetales al esperar la maduración y recolección, alternando la alimentación con otros granos y las presas de caza.


Sus refugios se convirtieron en chozas más elaboradas, en base a troncos y techos de paja, con muros de armazón de varas entrelazadas y cubiertas de barro, formando las primeras aldeas cerca de las fuentes de agua. De esta forma las tribus primitivas observaron el ciclo vegetal, al regresar a los lugares de recolección habituales. La semilla daba paso a la planta y esta al fruto. Surgía la incipiente agricultura al provocar intencionalmente la germinación de los vegetales y los grupos seminómadas se convertían en sedentarios… paulatinamente.

Entre los años 7 mil y 5 mil antes de muestra era, las comunidades primitivas encontraron la forma de satisfacer sus necesidades a través de la obtención de conocimientos producidos por la experiencia y la intención de los individuos. Estos conocimientos adquiridos forman parte del aprendizaje sistemático y del desarrollo de habilidades. Con el tiempo, desarrollaron los habitantes seminómadas un alto grado de instrucción y adiestramiento en las diferentes tareas de supervivencia y conservación, lo cual puede ser llamado un sistema cultural de conocimientos para la obtención, planificación y preparación de bienes productivos.
Con este grado cultural , las tribus seminómadas planeaban la obtención de lo necesario para vivir, en base a la previsión y anticipación de los problemas potenciales de las situaciones que pudieran presentarse en las diferentes actividades, además del tiempo y esfuerzo necesarios para conseguir los alimentos, vestido, habitación y herramientas. De este modo, y como ejemplo, se producen artefactos específicos, destinados a elaborar herramienta adecuada para cada situación. Así, por casi toda la región de San Jerónimo se puede encontrar material lítico sin acabar, que en su momento estuvo listo para ser terminado y usado en la necesidad o situación que enfrentara el antiguo habitante de esta región. 
 
También desarrolló la utilización de productos vegetales para hacer lazos, hilos, redes, cestas, bolsas y piezas de vestir. Con el barro cocido, empezó la cerámica. La domesticación de aves y otros animales terminó por extinguir la vida nómada. Como resultado, las comunidades humanas crearon poblados en pequeños centros aldeanos, hasta convertirse, con el tiempo, en los pueblos y culturas históricas que hoy conocemos.


Bibliografía
- ESTADO DE MÉXICO, MONOGRAFÍA ESTATAL. Secretaría de Educación Pública. Segunda edición, 1997. 280 pp.
- LA CIENCIA EN LA HISTORIA. John D. Bernal. UNAM. Segunda edición en español, de la tercera inglesa, 1972. 695 pp.
- TECNOLOGÍA Y MÉTODOS PARA EL DESBASTE DE LASCAS EN EL NORTE DE TIERRA DEL FUEGO: LOS NÚCLEOS DEL SITIO SAN VICENTE. Flavia Morello R. Centro de Estudios del Hombre Austral; Instituto de la Patagonia; Universidad de Magallanes y Centro de Estudios del Cuaternario de Fuego-Patagonia y Antártica (CEQUA). 1959-2005.
- RITMO Y COMPLEMENTOS DE LOS RITMOS DESARROLLADOS EN EL CONTINENTE AMERICANO. M.E.C.G. Ensayo experimental, 2012, Oriente del Valle de México.
- HISTORIA UNIVERSAL. Carl Grimberg. Ediciones Daimon, Manuel Tamayo y Ediciones Daimon de México. Primera edición, 1983. Doce tomos.

Zona Prehistórica de San Jerónimo, México. Mario Eduardo Carmona González.

Otros trabajos:
  • Ritmos y complementos de las melodías desarrolladas en el Continente Americano.

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