Herencia moral y lúdica de nuestros antepasados

A la fecha, han transcurrido más de quinientos treinta y un años desde el descubrimiento de América; y aún continuamos hablando de las civilizaciones que precedieron la conquista y colonización europea.

Jaime Noé Villalta Umaña
Jaime Noé Villalta Umaña
8 de February · 1078 palabras.
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🕘 Resumen

En el presente artículo se plantean diversas interrogantes sobre si vale la pena investigar las costumbres de las culturas prehispanas en pleno siglo XXI y qué podemos aprender de ellos. También se cuestiona si la adolescencia y juventud pueden rescatar algunas de sus prácticas morales, y en cuanto a la disciplina y el castigo, cuáles son las diferencias con la actualidad y si es necesario el castigo corporal como método disciplinario. El autor sostiene que no podemos escudriñar el pasado sin encontrar aspectos sobresalientes que deberíamos investigar, no solo como tema de estudio, sino con la intención reflexiva de buscar en la historia aspectos que nos pueden generar beneficios. En el artículo se menciona que los mayas fueron considerados una de las culturas más desarrolladas. Aunque se divertían, sus festividades tenían un carácter religioso. En cuanto a la música, utilizaban instrumentos de percusión ya que no existían instrumentos de cuerda en América. Utilizaban el tunkul o tambor, hecho de un leño hueco de madera con una membrana de ciervo, y las conchas eran utilizadas como trompetas. En relación a los bailes, practicaban la danza de las cañas o colomche en la que participaban 150 danzantes formando un círculo y moviéndose al compás del tambor y la flauta. En conclusión, la investigación de las costumbres de las culturas prehispanas puede brindarnos conocimientos que pueden ser útiles en nuestra vida cotidiana y aprender de su moralidad. Además, podemos apreciar aspectos interesantes de la cultura maya, como su música y bailes, que reflejan su religiosidad.

¿Valdrá la pena indagar en pleno siglo XXI sobre las costumbres de las culturas prehispanas? ¿Qué podemos aprender de ellos? ¿Será que la adolescencia y juventud pueden rescatar algunas de sus prácticas morales? En lo que tiene que ver la disciplina y el castigo, ¿qué diferencias existen, en relación con la actualidad? ¿Será necesario el castigo corporal, como método disciplinario?

Estas y otras interrogantes debemos plantearnos; pues no podemos escudriñar el pasado, sin encontrar en él, aspectos sobresalientes que deberíamos investigar, no solo como tema de estudio; sino con la intención reflexiva de buscar en los anaqueles de la historia, aspectos que por su naturaleza nos pueden generar beneficios.

En el presente apartado encontrará información que permitirá validar o no, lo sugerido anteriormente. Será usted, quien de conformidad con su capacidad de reflexión crítica, podrá determinar qué aspectos de los considerados pueden servirle en su cotidiano vivir.

Una de las culturas consideradas por los investigadores como las más desarrolladas, fue la civilización maya. Ellos se divertían, pero sus festividades estaban impregnadas de un carácter religioso. En lo que se refiere a la música, ésta era de grupo, utilizaban instrumentos musicales de percusión, pues en América no existían de cuerda. El tunkul o tambor consistía en un leño hueco de madera con una membrana de ciervo, la cual cubría de manera extendida. Las conchas eran utilizadas como trompetas y emitían un sonido muy particular, espantoso e sorprendente. Eran utilizadas para invocar a los dioses. En lo relacionado con los bailes, practicaban la danza, por ejemplo la danza de las cañas o colomche en la que participaban 150 danzantes formando un círculo y se movían al compás del tambor y la flauta. De los danzantes, dos saltaban al centro, uno de ellos, era el cazador; el otro, el cazado. El cazador tiraba lanzas de caña con punta de caucho y el cazado las atrapaba con gran ligereza en el aire.

Los aztecas por su parte, practicaban el juego de pelota; éste era conocido con el nombre de tachtli. Lo jugaban en un patio que tenía la forma de I, a sus lados había paredes con gradas que permitían a los espectadores permanecer sentados. En el centro del patio se colocaba verticalmente un aro de piedra o de madera, el juego consistía en hacer pasar por el centro de dicho aro una pelota de caucho, ésta era fabricada de una goma llamada ulli – hule –, la cual rebotaba como una pelota inflada, a diferencia de las actuales, ésta no era hueca. La pelota sólo podía ser tocada con los codos, las piernas o las caderas. El tachtli era un juego con carácter religioso y se jugaba en presencia de los jefes de tribu. Jugadores y espectadores hacían apuestas que consistían en oro, turquesas, esclavos, mantos, maizales y viviendas.

El juego del trompo de madera era practicado por los incas. Lo jugaban especialmente los niños. El trompo se hacía bailar golpeándolo con un pequeño cordel.

Habiendo analizado en un primer momento la actividad lúdica de nuestros antepasados, examinaremos a continuación aspectos relacionados con la educación y costumbres morales.

Se dice que la moralidad maya era de grupo; la cooperación de la comunidad era una virtud. Por costumbre se exigía que los mayas fuesen hospitalarios, pero además, debían proporcionar a sus huéspedes alimento y bebida. Los jóvenes aprendían por costumbre que al ir de visita a alguna casa, tenían que llevar un regalo. Debían practicar la humildad y el respeto, el título de las personas era repetido una y otra vez, especialmente cuando se dirigían a un señor. Las hijas eran imágenes de sus madres, educadas en disciplina desde el principio, de manera tal, que tuvieran la capacidad de acción útil en la vida. Eran reprendidas y castigadas tirándoles de las orejas y si persistían, les frotaban chile rojo en los ojos. Aprendían a elaborar tortillas; hilar y tejer algodón; pero además, se les enseñaba a rezar oraciones mayas.

En lo que se refiere a los aztecas, los niños eran educados duramente, pues como sabemos este era un pueblo guerrero. La educación tenía como objetivo evitar el ocio y los vicios, mediante el consejo del padre. Consideraban como los peores vicios el chisme, la pasión por el juego, la embriaguez y el robo. Según sus costumbres, si alguien caía en estos vicios, tenía que ser purificado mediante el palo, la piedra, agua fría y ortigas; pero además, se les ponía enfrente a un espejo pulido, para que realizaran un auto examen, encendiendo luminosas antorchas de ocote que les permitieran un mejor entendimiento. Se usaban además, los castigos físicos, que consistían en palos, arañazos con púas, humaredas de chile, encierros en cuartos oscuros.

A los varones se les animaba a trabajar desde los 13 ó 14 años, llevaban sus canoas por el lago, ya sea a cortar caña o pescar. Las niñas se dedicaban a la cocina, hilaban o tejían bajo la supervisión de la madre hasta el momento de su matrimonio, que oscilaba entre los 16 y 18 años.

Los incas educaban a los niños desde el comienzo de su vida, dependiendo del papel que tuvieran que desempeñar en la comunidad, dependiendo de la clase social a la que pertenecía su familia. Los varones a sus 14 años, se ponían por primera vez el taparrabos; si era de las clases superiores, realizaban además, una peregrinación al lugar de origen del Estado inca de Huanacauri, en el valle del Cuzco, allí, el sacerdote ofrecía un sacrificio de llamas – animal propio de la región andina – y con la sangre llenaba la cara del niño; acto seguido el muchacho asumía el aspecto de un guerrero y pronunciaba en público juramento de fidelidad al Inca. Las niñas entraban a la pubertad a la misma edad; lo que era acompañado con una ceremonia de peinado de cabello. Se les enseñaba el arte de tejer.

Como usted ha podido apreciar existen semejanzas y diferencias entre las civilizaciones prehispanas; es más, algunos de las costumbres, pueden no coincidir con las nuestras; sin embargo, un minucioso análisis permitirá hacer semejanzas con el mundo actual.

Finalmente, el respeto, debe aplicarse, pues en su esencia es de carácter universal. Asimismo, muy útil en la sociedad promover la cooperación y todos aquellos valores que promueven la convivencia pacífica.

Lic. Jaime Noé Villalta Umaña

Abogado y Notario/Profesor N. I

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