La Mujer Embarazada en la Sociedad
Mientras la panza todavía no se nota, la mujer embarazada no difiere de las demás a los ojos de los otros. Pero entre el cuarto y el quinto mes, cuando ya todas las prendas denotan su estado, la evidencia de la gestación hace que quienes rodean a la embarazada, fuera de sus relaciones más estrechas,
18 de March · 1245 palabras.
🕘 Resumen
A pesar de que la sociedad instituyó una serie de beneficios para las mujeres embarazadas, como las cajas de prioridad en los supermercados, los asientos reservados en el transporte público y los lugares especiales en el estacionamiento, no siempre se respetan.
A menudo, las futuras mamás experimentan reacciones no deseadas en su entorno laboral, social y público. Además, la extrema sensibilidad que sufren las embarazadas hace que las reacciones se magnifiquen y sientan rechazo, cuando puede haber cierta indiferencia hacia su estado.
Las mujeres que son madres por segunda o tercera vez, muchas veces cuentan que sus familiares o marido estaban más pendientes de ella durante su primer embarazo que con los sucesivos.
A menudo, una embarazada multípara no le da la importancia necesaria a su nuevo embarazo, como una reacción de culpa hacia sus otros hijos. En todas estas situaciones, puede ser difícil para las futuras mamás encontrar aceptación y respeto hacia su estado.
La psicóloga y coordinadora de cursos de psicoprofilaxis para partos, Aixa Ezcurra, explica que a menudo las mamás que ya tienen hijos se extralimitan y no cuidan tanto su embarazo por atender a su familia o trabajo, pero eso no significa que el nuevo embarazo no sea importante para ellas.
Sin embargo, el hecho de que estos beneficios estén más o menos formalmente instituidos, no significa que siempre se respeten. Una futura mamá que ya tiene un hijo o más ha experimentado, seguramente, muchas de las posibles reacciones que genera el embarazo, pero esto no significa que sea menos importante para ella encontrar aceptación y respeto hacia su estado en todos los círculos que frecuenta: en su trabajo, en reuniones sociales y hasta en sitios públicos.
También la extrema sensibilidad que sufre la embarazada, producto de los cambios hormonales que vive, hace que las reacciones de la sociedad ante el embarazo se magnifiquen para ella y, por ejemplo, sienta rechazo, cuando puede haber, en cambio, cierta indiferencia hacia su estado.
Por lo general, muchas mujeres que son mamás por segunda o tercera vez cuentan que su familia o marido estaban más pendientes de ella durante su primer embarazo que con los sucesivos. Y también puede ser cierto que una embarazada multípara, muchas veces, no le esté dando la importancia necesaria al nuevo embarazo, como una reacción de culpa ante sus otros hijos. “Son mamás que a veces se extralimitan y no cuidan tanto su embarazo por atender a su familia o el trabajo. En realidad, responden a demandas legítimas de sus otros hijos o de su familia, pero les cuesta más conectarse con el nuevo embarazo y reordenar las prioridades”, explica Aixa Ezcurra, psicóloga y coordinadora de cursos de psicoprofilaxis para partos.
“En realidad, muchas veces prefiero que mi marido se ocupe de los chicos y como ve la sociedad a la mujer embarazada, maternano de atenderme a mí que, por lo general, sólo quiero descansar un rato”, explica María Elena, que está en su tercer embarazo. El papel del futuro papá y también el hecho de compartir experiencias en los cursos de preparto con otras mamás, son de suma importancia para que la mujer que está embarazada por segunda, tercera vez (o más) logre adquirir esta actitud de cuidarse y hacer que otros la cuiden -que no es más que un reclamo lógico de ocupar el lugar que le corresponde por su estado-.
“La sociedad, a veces, es injusta”, dice Marcela Antebi, psicóloga y coordinadora de grupos de embarazadas y de crianza, “aunque todo depende de los ojos de quien la mire. Muchas veces, vemos en el subte, en el colectivo o en el tren, gente incapaz de ceder el asiento a una embarazada, que se ‘hace’ la dormida, por ejemplo; y vemos también a mamás incapaces de pedirlo, tal vez, porque no saben que un golpe puede ser más riesgoso de lo que suponen”.
Según Antebi, “el embarazo genera reacciones contradictorias tanto en el interior de la familia como en el trabajo: amores y odios”. Y la embarazada, de acuerdo con su situación particular, también reaccionará de distinta manera ante la actitud que encuentre por parte de los demás. “Hay muchas miradas diferentes de la sociedad ante la embarazada: la de la envidia, la ingenua -que cree que todo es lindo en el embarazo-, la que cree que la embarazada es una discapacitada –que no puede hacer su vida normal, ni trabajar, ni tener relaciones sexuales- o la que la considera algo sagrado”, explica.
A veces, son las propias mujeres las que no se dan su lugar, opina Brígida Morgenroth , especialista en cursos de pre y pos parto. “En ocasiones, la embarazada misma no se siente protagonista, no toma conciencia de los cambios que está viviendo, no vive con la intensidad suficiente su embarazo”. La explicación de la especialista es que hoy la mujer está muy exigida en muchos sentidos y piensa que debe “rendir” lo mismo que si no estuviera embarazada. “En el entorno profesional tampoco tienen en cuenta su situación, la exigencia es muy grande y faltan consideraciones hacia ella”, reafirma. Así, muchas futuras mamás trabajan hasta el último momento de su embarazo y tratan de seguir el ritmo laboral como si no estuvieran esperando un bebé, lo que impide muchas veces disfrutar de una buena vivencia de esta etapa. “La evolución misma del embarazo no permite tanto rendimiento laboral; entonces las futuras mamás lo viven como un conflicto muy importante. Mi lucha como acompañante de las embarazadas es que traten de delegar tareas en las que no son imprescindibles aunque eso les cueste muchísimo: su embarazo merece respeto”, cuenta la especialista. La inseguridad laboral también afecta mucho a las futuras madres ya que tienen temor de perder el trabajo a causa de su embarazo, “y así, a veces, se exigen más de lo que realmente pueden”, alerta Morgenroth. Quienes trabajan en forma independiente también sienten las demandas de la sociedad, les cuesta mucho bajar el nivel de autoexigencia y no quieren arriesgarse a perder oportunidades laborales.
La embarazada: protagonista del mundo
A diferencia de lo que ocurre en el ámbito del trabajo, en las relaciones más estrechas -familia y amigos- se advierte que las futuras mamás están rodeadas de mucha admiración por su estado, aunque en la mamá multípara la atención que concentraba durante su primer embarazo se desplaza, en parte, hacia sus hijos, que ya se ganaron un lugar en la familia. Así, abuelos y tíos, muchas veces, están atentos a las reacciones de los chiquitos y se aprestan a conformarlos ante actitudes recelosas ante el embarazo o a “prepararlos” para la llegada del hermanito.
“Su círculo íntimo, no bien se entera de la noticia, se apresta a atender a la embarazada con solicitud, porque ser capaz de engendrar un hijo es algo apreciado”, dice Morgenroth, “y, a veces, hasta despierta envidia de otras mujeres”.
El hecho de que el entorno familiar, por lo general, la considere una reina, no impide que la mujer que está gestando viva, muchas veces, una ambivalencia respecto de su estado.
“Por ejemplo, a las mamás multíparas muchas veces necesitan una mayor motivación para tomar conciencia de su estado, de que el bebé necesita contacto con ellas, su presencia”, cuenta Morgenroth, y señala que muchas mamás que no hicieron el curso de preparto para su segundo embarazo, sienten que necesitan hacerlo para su tercera gestación, para lograr darle un lugar más protagónico a su embarazo y a su bebé, ante las demandas crecientes que sienten de parte de quienes la rodean. “La embarazada es la protagonista del mundo porque es la que produce las nuevas generaciones y desde la gestación se puede procurar que esas nuevas generaciones, sean hijos mejor tratados, más amados, mejor entendidos: para crear una generación menos violenta, más amorosa y más humana, tanto ellas como sus bebé en gestación necesitan mucha comprensión, amor y consideración por parte de quienes los rodean” , concluye Morgenroth.
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