El Arte de Cazar, en la Base de la Civilización

La caza es un deporte y como tal tiene sus reglas. Los cazadores no pueden saltárselas y si lo hacen saben que no están haciendo lo correcto. Usar métodos prohibidos, cazar animales en peligro de extinción…

Maria Gutierrez
Maria Gutierrez
29 de August · 442 palabras.
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🕘 Resumen

La caza es una actividad humana que se remonta a tiempos antiguos, cuando se realizaba con fines de supervivencia y no como actividad deportiva o artística. Además, esta actividad fue uno de los primeros atisbos de asociación y trabajo en grupo de los hombres y mujeres de antaño. Ejemplo de esta asociatividad se pueden encontrar en las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira o en el yacimiento de Siega Verde. Estudios por especialistas de diversas disciplinas, han dado diversas explicaciones ya sean religiosas, tribales, artísticas u otras a la representación figurativa o cultural de lo que nos quedó plasmado en las rocas. El cómo cazar de los antiguos humanos sentó las bases de la organización y el trabajo en equipo; ambos pilares fundamentales de la civilización moderna, donde la especialización de funciones encajadas en un organigrama ordena a las personas en sus distintos escenarios vitales, ya sean individuales, familiares o sociales. Por lo tanto, la caza en la antigüedad no solo fue una actividad para obtener alimento, sino también para promover la organización y el trabajo en equipo.
La caza es una de las actividades más antiguas de la humanidad; en efecto lo que ahora conocemos como una actividad deportiva y un arte, en sus comienzos estuvo íntimamente relacionada con la supervivencia, no solo entendida como la necesidad de alimentación para los incipientes colectivos humanos cuya vida giraba en torno a las migraciones de los animales y las estaciones del año, sino que también se considera como uno de los primeros atisbos de asociación y trabajo en grupo de los hombres y mujeres de antaño.

Esta teoría cobra fuerza si nos retrotraemos a la época de las cavernas, donde un claro ejemplo de esta asociatividad en la caza la podemos encontrar en las pinturas rupestres, bien en cuevas como las de Altamira, o en espacio abiertos como en el yacimiento de Siega Verde. Que tras múltiples análisis y estudios por especialistas de diversas disciplinas, dando diversas explicaciones ya sean religiosas, tribales, artísticas u otras a la representación figurativa o cultural de lo que nos quedó plasmado en las rocas.

Pero también las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira, si las analizamos desde el punto de vista de un cazador, son claro ejemplo de organización humana, en la que el trabajo en equipo y la planificación previa a la jornada eran tantos o más importantes que la cacería.

Cómo cazar, cual estrategia a seguir dependiendo de la presa que se pretende conseguir, la distribución de los cazadores y su emplazamiento en el terreno; estas actividades eran determinantes para el resultado de la jornada, que a diferencia de la actualidad iban a marcar la frontera entre la supervivencia o la extinción; un escenario bastante más duro que volver a casa al atardecer sin haber cobrado ninguna presa.

Pero no solo el cómo cazar de los antiguos humanos sentó las bases de la organización y el trabajo en equipo; ambos pilares fundamentales de la civilización moderna, donde la especialización de funciones encajadas en un organigrama ordena a las personas en sus distintos escenarios vitales, ya sean individuales, familiares o sociales. También en la caza y en sus incipientes estrategias de la antigüedad encontramos las bases de las estrategias de combate y lucha que se convirtieron en el arte de la guerra.

Así, la próxima vez que prepare su jornada de caza, piense por un instante que lo que estará haciendo no es más que practicar una de las actividades más antiguas del hombre y que sin duda no solo se ha convertido en un arte a través de los milenios, sino que también ha colaborado en la creación de nuestra civilización.

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