Las Mascotas, Mejores Amigas
Los animales son una verdadera compañía y pueden convertirse en buenos amigos para los chicos. Pero, ¿cuándo es una buena edad para introducir una mascota en un hogar? ¿Hay algún animal más o menos adecuado para los niños pequeños?
18 de March · 738 palabras.
🕘 Resumen
Adoptar una mascota puede ser beneficioso para toda la familia, especialmente para los niños, quienes encuentran en ellas a un amigo cercano. Sin embargo, la elección de la mascota adecuada es crucial para garantizar la armonía en el hogar.
Es importante dirigirse a un veterinario para recibir asesoramiento sobre qué tipo de mascota se adapta mejor a las características de cada hogar.
Por ejemplo, entre los dos y los cinco años se recomiendan conejos, peces o aves, ya que son menos cariñosos pero presentan menos peligro para los más pequeños. A partir de los nueve años, los niños están preparados para tratar con perros, aunque esto puede variar de un niño a otro.
Los padres juegan un papel clave en la educación sobre las responsabilidades de tener una mascota, deben educar a los niños para que comprendan que los animales no son juguetes sino seres vivos.
Una vez elegida la mascota, es recomendable que un adulto siempre esté cerca para enseñar a los niños cómo educarla y evitar posibles lastimaduras. En esta relación, los niños pueden aprender valores como el respeto, la responsabilidad y la empatía.
Una mascota en casa puede ser beneficiosa para todos los miembros de la familia, en especial para los chicos, que encuentran en ella a uno de sus primeros amigos. Pero la elección de este nuevo integrante no puede ser azarosa: es necesario tener en cuenta varios puntos para que el animal no altere la armonía doméstica.
Un primer paso para adoptar una mascota es dirigirse a un veterinario para que, según las características de cada hogar, aconseje cuál es la más adecuada. Entre los dos y los cinco años son recomendables los conejos, peces o aves porque aunque son menos cariñosos, presentan menos peligro para los más pequeños. Ya a partir de los nueve años los hijos estarán preparados para tratar con perros. De todas maneras, nada es absoluto: algunos estarán listos más temprano mientras que otros tardarán un poco más.
La veterinaria Nuria Kojusner explica el importante papel de los padres: “Ellos son los que deben enseñarles las responsabilidades a los hijos, los que deben educarlos para que sepan tener una mascota. Es necesario que no la compren sólo porque se la piden, sino que les hagan reflexionar a sus hijos sobre el hecho de que el animal no es un juguete sino un ser vivo”.
Enseñar con las mascotas
Una vez elegido el nuevo integrante de la familia, los chicos comenzarán a relacionarse con él. Es conveniente que en los primeros tiempos, un adulto siempre esté cerca, para ir enseñándoles cómo educarlo y evitar posibles lastimaduras. En esta nueva relación los niños desarrollarán valores importantes para su vida: la amistad, la compañía, la responsabilidad y el respeto por los seres vivos. También aprenderán a socializar, a enfrentarse con el mundo exterior, a compartir y a desarrollar sentimientos afectivos.
Por eso, una buena decisión es hacerlos formar parte del cuidado del animal pidiéndoles que le den de comer, que lo saquen a pasear o lo bañen, siempre mostrando que estas obligaciones no son tediosas, sino que constituyen una tarea gratificante. Sin embargo, no hay que dejar de recordar que los hijos no pueden controlar totalmente la educación de la mascota: los padres siempre deben tener la última palabra (por ejemplo, controlar el carnet de vacunación y cuidados veterinarios del animal, probablemente exceda la responsabilidad de un niño). Más allá de los contactos cotidianos con el animal, es indispensable enseñar a los niños normas de seguridad: no tocar a los animales cuando comen, que no acerquen la cara a la boca del animal y otros cuidados según aplique al tipo de mascota elegida: que no por tratarse de un bichito querido, deja de responder a su instinto.
La singular relación entre los animales y los niños contribuye a modelar ciertos aspectos de la personalidad del pequeño: “La presencia de una mascota influye positivamente en tareas que requieren empeño, como pueden ser las actividades plásticas, el trabajo con computadoras, la lectura y algunas actividades grupales –afirma la veterinaria-. Un animal también ayuda a que los chicos incorporen ciertos límites. Cuando ellos les tienen que enseñar dónde hacer pis o cuál es el horario del paseo, están aprendiendo también la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal”. Un animal es un nuevo miembro que entra a la familia, es un amigo con mucho por enseñar a los chicos.
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