Derecho Humano a la Libertad de Expresión

La libertad de expresión, constituye la base del desarrollo de los pueblos democráticos hacia la construcción de Estados de Derecho. ¿Por qué la izquierda política teme la crítica? ¿Por qué los gobiernos liberales atacan los medios de comunicación social?

Jaime Noé Villalta Umaña
Jaime Noé Villalta Umaña
26 de December · 1492 palabras.
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🕘 Resumen

En este artículo se hace énfasis en la importancia de la libertad en el pensamiento y la expresión. Se cita a un célebre filósofo y jurista llamado Recasens Siches, quien afirma que nadie debería ser perseguido o sancionado por tener ciertas ideas o creencias. Todos los seres humanos nacen libres para pensar y razonar, y deben comportarse de manera digna y respetando los derechos inherentes a su condición humana. La Constitución de El Salvador reconoce la libertad como un derecho humano desde la concepción y ratifica la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión, de opinión, de expresión y de información, que también son contemplados en la Declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo 3. La libre expresión consiste en la difusión independiente de los pensamientos, ya sea de manera oral o escrita, sin cortapisas. Es importante reconocer y salvaguardar estos derechos para garantizar una sociedad justa y democrática.
Un connotado filósofo y jurista, Recasens Siches, expresó lo siguiente: “nadie puede ser perseguido, sancionado, dañado ni molestado por el hecho de que se piense esto o aquello, de que se piense de una u otra manera, de que tenga unas u otras creencias, de que profese determinada opinión”...Termina diciendo: “No hay poder humano capaz de impedir el pensamiento de una persona”.
 Todos los seres humanos sin diferencia de sexo, raza, credo, religión, edad o nacionalidad, nacen libres, privilegiados del pensamiento, de la razón y la conciencia. Dotados pues; del conocimiento, para comportarse de manera digna ante los demás. Ello implica evitar por sobre todas las cosas irrespetar los derechos que por la condición humana le son inherentes, aún antes de su nacimiento; tal y como lo establece la Constitución de la República de El Salvador del año de 1983, en su Art. 1 Inc. 2°; de acuerdo con reforma constitucional por Decreto Legislativo N° 541 del 3 de febrero de 1999, con las siguientes palabras: Se “...reconoce como persona humana a todo ser humano desde el instante de su concepción”.
 La libertad es un derecho humano reconocido como tal, en el instrumento jurídico de carácter internacional más importante del siglo XX, la Declaración Universal de Derechos Humanos. Ésta en su Art. 3 establece: “Todas las personas tenemos derecho...a vivir en libertad — libertad de expresión...” Lo anterior es ratificado en los Arts. 18 y 19 del mismo ordenamiento jurídico, que a la letra dicen: “Derecho contemplado a la libertad de pensamiento; a la libertad de conciencia, y al libre ejercicio de la religión”. .. “A la libertad de opinión; a la libertad de expresión, y a la libertad de información”. Con respecto a este derecho, la Constitución citada anteriormente, en su Art. 6 inciso 1°: “Toda persona puede expresar y difundir libremente sus pensamientos...” La libre expresión consiste en la difusión independiente de los pensamientos sea de manera oral o escrita, sin que sean puestas cortapisas que le coarten, evitando la censura; siempre y cuando obviamente, no subviertan el orden público, ni lesionen la moral, el honor y la vida privada de las personas o que induzca a la rebelión. Esto tiene sentido, pues si se permite una libertad de expresión sin límites de carácter legal, se pone en peligro la convivencia pacífica y armónica en la sociedad.
La libertad de expresión está íntimamente ligada con la libertad de información o libertad de prensa; derecho que tienen los medios de comunicación social de difundirla. Segundo V. Linares Quintana dice: “La libertad de prensa significa el derecho del público a tener acceso a los hechos, a estar plenamente informado de las decisiones tomadas en su nombre, a expresar su desaprobación cuando las circunstancias lo exigen, a protestar contra la injusticia y que ninguna institución, incluyendo el gobierno podría ser más sensible a la opinión pública que la prensa”. Por supuesto que debemos tener claro, que los gobiernos de izquierda (liberales) son enemigos de la libertad de expresión. Los gobernantes liberales, temen la crítica; es más reaccionan bruscamente, cuando se les señalan sus errores. Un ejemplo, que hará historia, es el caso del Sr. Mauricio Funes, la oposición política le crítico el Presupuesto de la nación para el año 2011; la respuesta inmediata del Presidente fue: “El burro hablando de orejas”. Sin darse cuenta, aceptó que estaba cometiendo los mismos errores del gobierno anterior.
 El derecho en comento, no puede estar supeditado o sujeto a limitaciones de carácter jurídico, tal y como lo establece la Declaración de Virginia (año 1776) en su sección la “libertad de prensa”, expresando: “la libertad de prensa es uno de los grandes baluartes de la libertad y no puede ser restringida jamás, a no ser por gobiernos despóticos”. Todos los argumentos planteados hasta este momento, permiten tener una idea clara de la importancia de la expresión libre; pues, como tal constituye parte importante en el constante evolucionar humano hacia otros estadios de conciencia.
 La ausencia de la libre expresión estancaría la civilización, pues el medio que le permite ir corrigiendo los desaciertos es la opinión conjunta expresada por los elementos que conforman la sociedad. Sólo mentes retrógradas serían capaces de coartarla. La sociedad salvadoreña ha sido testigo de cómo los políticos y las masas por ellos adormecidas, han entorpecido en muchas ocasiones el trabajo de la prensa radial, escrita y televisada. Agresiones físicas, verbales, destrucción de propiedad; en fin. Lo peor los agitadores farabundistas han sembrado odio contra los medios de comunicación social. El pueblo salvadoreño no puede permitir semejantes arbitrariedades y debe denunciar constantemente el atropello del que son víctimas los profesionales de los medios de comunicación social. Si bien es cierto los políticos justifican su accionar delictivo contra ellos, diciendo: “que los medios de comunicación social son clasistas y que responden a intereses de la clase que detentan el poder económico”. Jamás se encontrará un motivo que justifique la destrucción de la propiedad privada, ni mucho menos los atentados contra la integridad física y la vida de las personas humanas.
 Si lo expuesto en el apartado precedente es cierto; también lo es, que en muchas ocasiones la clase trabajadora ha sido víctima de los atentados terroristas de los cuerpos de seguridad. La historia de los pueblos ha estado llena de derramamiento de sangre inocente y las conquistas de la clase trabajadora han sido escritas con sangre. No alcanzaría un breve ensayo literario para exponer los distintos casos en que los trabajadores han sido masacrados por expresar libremente sus pensamientos en defensa de sus intereses y de sus plataformas reivindicativas; sirva como ejemplo de lo indicado, lo que sucedió en el año de 1884, en los Estados Unidos, la organización llamada “Federación de los Trabajadores”, hizo un llamamiento para que el 1 de mayo de 1886 se realizará una huelga general en la que se exigía una jornada de sólo 8 horas de trabajo al día. Lo anterior hizo que patronos y obreros entraran en conflicto. Ello llevó a que la fábrica Mc Cormicks despidiera a 2000 obreros. El día tres de mayo del año 1886, hubo una manifestación cerca de la fábrica y la gente empezó a tirarle piedras, entonces llego la policía y disparó contra los obreros entre los que había niños, mujeres y ancianos. El terror se apoderó de la gente y huyeron, dejando atrás muertos y heridos. Tiempo después el gobierno de Estados Unidos acordó la jornada legal de trabajo de 8 horas diarias.
Las consideraciones expuestas constituyen nada más ejemplos de cómo el gobierno y los ideólogos políticos, amenazan la libertad de expresión de los pueblos. Sin embargo, la libre expresión es coartada también en la familia, en la escuela y en los centros de Educación Superior, sobre todo en la Universidad Nacional, donde la dogmatización a la que se somete a los estudiantes no tienen comparación; y prohibido hablar o peor refutar, porque los dueños de la verdad son los catedráticos de izquierda; contradígales y jamás se graduará.
 Nada resultaría más absurdo, que encontrar en las sociedades modernas defensores que contradigan la tesis de la expresión libre del pensamiento, pues no existen justificaciones razonables. Sólo mentes trogloditas pueden socavar los cimientos de la sociedad con semejantes lucubraciones. La libre expresión ha ido permitiendo a través de la historia construir una mejor sociedad, en paz, justicia y libertad. No hay otra forma para generar los cambios en un conglomerado social, pues mediante ésta se señalan los aspectos que son necesarios ir modificando. La transformación se da pues, cuando todos los miembros de la sociedad de que se trate están en la capacidad de difundir su sentir y pensar acerca de los hechos que se dan en la realidad. La izquierda (liberales) criticó durante 20 años el gobierno de la conservadora Alianza Republicana Nacionalista, Arena; pero ahora que están en el poder, no quieren tener oposición. Son buenos para criticar; pero no les gusta ser criticados; ante los medios de comunicación, dicen que están dispuestos a escuchar sugerencias y propuestas en beneficio del país; pero en la práctica es todo lo contrario. Son de la idea de que son los únicos poseedores de la verdad. El mundo sólo puede ser visto desde su óptica; cuando la lucha de contrarios (no antagonismo), forma parte de toda sociedad democrática.

Por tanto, no podemos, ni debemos guardar silencio; cada niño, joven, adulto, sea hombre o mujer, sin importar su condición social, su nivel de preparación académica o cargo público que ostente, deben contribuir con la expresión libre del pensamiento, por supuesto, sin infundir odio, discriminación de ningún tipo o instar a la rebelión; respetando siempre la dignidad, el honor y la vida privada de las personas humanas, tal como lo establece la normativa jurídica.

Por Lic. Jaime Noé Villalta Umaña
Prof. y Abg.

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