Pensamiento Político en la Universidad Nacional Mayor De
La Universidad Nacional Mayor de San Marcos jugó un papel importante en el desarrollo político del Perú a inicios del siglo XX.
1 de December · 3306 palabras.
🕘 Resumen
La Universidad Nacional Mayor de San Marcos desempeñó un papel importante en el desarrollo político del Perú a principios del siglo XX.
Los personajes clave en este proceso fueron Víctor Raúl Haya de la Torre, José Carlos Mariátegui, Víctor Andrés Belaúnde, José de la Riva Agüero, Luis Alberto Sánchez, entre otros.
El ensayo proporciona información sobre los aportes de estos intelectuales a la Universidad Peruana y sobre las principales características de la época naciente del siglo XX en la Universidad.
Las fuentes utilizadas incluyen los trabajos de Mariátegui, Belaúnde, Sánchez y Haya de la Torre, así como de Pedro Planas.
En la primera parte del ensayo se describen los aportes de la generación del Novecientos, que incluye a Riva Agüero y Belaúnde, además de Haya de la Torre y Luis Alberto Sánchez.
En el contexto universitario de la primera mitad del siglo XX, la Universidad de San Marcos estaba bajo los cánones del Positivismo, que tuvo su núcleo en la Facultad de Letras y Derecho, siendo sus mayores representantes Javier Prado, Mariano H.
Cornejo, Manuel Vicente Villarán, Jorge Polar, entre otros. La renovación positivista en el Perú fue liderada por Javier Prado.
Sin embargo, hubo una lucha de ideas dentro de la Universidad, que se reflejó en la publicación de obras como los "Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana" de Mariátegui.
En conclusión, la Universidad de San Marcos fue un campo de batalla intelectual que tuvo un impacto significativo en el desarrollo político del Perú.
San Marcos (inicios del siglo XX)
INTRODUCCIÓN:
La Universidad Nacional Mayor de San Marcos jugó un papel importante en el desarrollo político del Perú a inicios del siglo XX. Veremos cómo algunos personajes hicieron posibles grandes acontecimientos tanto dentro de la Universidad como en la sociedad. Así, tenemos a Víctor Raúl Haya de la Torre, José Carlos Mariátegui, Víctor Andrés Belaúnde, José de la Riva Agüero, Luís Alberto Sánchez, entre otros. Éste ensayo nos informa sobre lo relacionado a los aportes de cada uno de éstos intelectuales a la Universidad Peruana. Las fuentes usadas son pocas, pero suficiente para poder entender la importancia de esta época naciente del siglo XX, y sus principales características en la Universidad. Para ello, tenemos los siete ensayos de Mariátegui (el capítulo de la Universidad), algunas obras de Víctor Andrés Belaúnde y Luís Alberto Sánchez, así como de Víctor Raúl Haya de la Torre. Además de autores como Pedro Planas. La idea aquí es motivar a la profundización de los estudios de la Universidad a través de la descripción de los principales hechos (los estudios del pensamiento político peruano) y su influencia en la sociedad. En ésta primera parte veremos sólo los aportes de la generación del Novecientos (Riva Agüero y Víctor Andrés Belaúnde), además de Haya de la Torre y Luís Alberto Sánchez.
PENSAMIENTO ARISTOCRÁTICO (*)
Contexto Universitario (primera mitad del siglo XX)
En los albores del siglo XX, la Universidad de San Marcos estaba bajo los cánones del Positivismo. La penetración se dio desde la segunda mitad del siglo XIX, y se quedó enteramente en el siglo XX. El Positivismo dentro de la Universidad tuvo su núcleo en la Facultad de Letras y Derecho, siendo sus mayores representantes Javier Prado, Mariano H. Cornejo, Manuel Vicente Villarán, Jorge Polar, entre otros. Javier Prado fue el conductor de la renovación positivista en el Perú. Cursó estudios en San Marcos siendo alumno de Alejandro Deustua. Destacó por su obra con la tesis El genio donde señala el salto en la metodología racional al positivismo académico y así difundir las corrientes de Comte y Spencer. Su vida intelectual estuvo a la par con la política pues fue Rector de San Marcos y hasta senador.
Mariano H. Cornejo fue un notable jurista que incorporó al análisis legal el aporte metodológico (de allí que sea considerado padre de la sociología). Es también iniciador del positivismo en San Marcos. Con su tesis El progreso indefinido (1886) se consagra definitivamente al positivismo. Fue un convencido de la necesidad de usar la ciencia para forjar la integración y progreso del Perú. Parlamentario, ideólogo, su centro de meditación fue la sistematización de la Sociología como ciencia.
Manuel Vicente Villarán fue otro sobresaliente jurista que asimiló con entusiasmo el positivismo. El positivismo en el Perú tuvo dos vertientes, por un lado Gonzáles Prada y el mismo Villarán junto a Mariano H. Cornejo y Joaquín Copelo. Este positivismo significa un rechazo a la herencia intelectual española y la apertura al pensamiento francés. Frente a todo esto aparecerán los nuevos personajes que encarnarán la llamada Generación del Novecientos. José de la Riva Agüero y Víctor Andrés Belaúnde serán el objeto de estudio en este capitulo.
José de la Riva Agüero, Víctor Andrés Belaúnde y San Marcos
José de la Riva Agüero era un aristócrata de inteligencia erudita y líder de la Generación del Novecientos. Con una gran sapiencia modernizó los postulados de Benito Lazo y Bartolomé Herrera. Hizo sus estudios escolares en el colegio de La Recoleta y luego en la Universidad de San Marcos, donde obtuvo los grados de Doctor en Historia y Derecho. Su principal aporte a tan embrionaria edad fue su tesis La historia en el Perú. Fue una obra que marca un hito en los estudios historiográficos en el Perú. Ofreció lecciones de Filosofía, Historia, Derecho y Literatura en la Universidad de San Marcos. A Riva Agüero se le distingue dos etapas: una liberal y otra autoritaria.
Su primera etapa corresponde a sus itinerarios por el Perú, producto de eso fue su texto, Paisajes Peruanos. El matiz ideológico de Riva Agüero era el estético; por ello, impregnado del “arielismo”, quiso hacer un lienzo político que muestre armonía, limpieza y cadencia. Todo esto será criticado por Luís Alberto Sánchez, tomando como argumento precisamente lo estético del Novecientos. Al conmemorase el III Centenario de la muerte del Inca Garcilaso de la Vega, Riva Agüero formuló un discurso de reflexión sobre el mestizaje peruano. Lo que quería Riva Agüero era la meditación sobre nuestra identidad, buscando nuestros orígenes étnicos e históricos. Riva Agüero y la Generación del Novecientos insistían en corregir nuestro pasado a través de un proyecto nacional. Esto último tiene mucho que ver, luego, con la formación del Partido Nacional Democrático, el cual no duraría mucho tiempo.
La segunda etapa de Riva Agüero corresponde luego de su viaje a Europa. Al parecer Europa convirtió al joven universitario en un aristócrata; por esos años el fascismo estaba en su apogeo y Riva Agüero en 1931 hizo publica su conversión al antaño positivismo evolucionista. Pasó a convertirse al catolicismo. Cuando llega a San Marcos se encuentra con la sorpresa que la Universidad se ha politizado. La existencia de grupos políticos como el Aprismo y el Comunismo hacen que Riva Agüero no vuelva a enseñar en San Marcos y más bien decide irse a la otra Universidad vecina: la PUCP. Pero esto no acaba allí, Luís Alberto Sánchez nos dice la enigmática actitud de Riva Agüero con respecto a su decisión de donar su biblioteca a otra Universidad y no a San Marcos:
“Cuando lo hacen obedecen a impulsos, entre ellos pasiones personales, prejuicios políticos y rara vez, devociones religiosos. El caso de José de la Riva Agüero donando todos sus bienes a una Universidad que no era la suya, pero sin duda a una Universidad, no encuentra par” (1)
Al final, Luís Alberto Sánchez justifica esa decisión, porque todas las obras de Riva Agüero irán al fin y acabo para la cultura, para la Universidad. Riva Agüero concluye su vida como un hombre tradicional (o al menos es así como se le está considerando), en un mundo en ebullición hacia los inevitables cambios sociales.
Víctor Andrés Belaúnde hizo sus primeros estudios en el colegio San Vicente de Paúl de Arequipa, luego a una Universidad local para finalmente pasar a San Marcos. Obtuvo sus grados con la tesis La filosofía del derecho y el método positivista.
Desde aquellos escritos se estaba perfilando para dar consistencia a lo que en un futuro llamaría peruanidad. Fue alumno de Alejandro Deustua y admiró a Miguel de Unanumo. En la cátedra universitaria sostuvo la necesidad de institucionalizar el estado de derecho. En un ambiente de profunda meditación académica rechaza la filosofía positivista y se plantea un espiritualismo influenciado por el pragmatismo. Víctor Andrés escribió:
“El Positivismo universitario no fue entonces un sistema o una bandera para conocer nuestra realidad; fue simplemente un positivismo exegético, un positivismo explicativo” (2)
Para Víctor Andrés Belaúnde el Positivismo no produjo todos los efectos que debió producir; es decir, sólo sirvió para citar autores y referir en los trabajos históricos algunos hechos. Además, el Positivismo los alejó completamente de sus propios hechos y fenómenos y puso al pensamiento universitario de la primera mitad del siglo XIX a espaldas de la realidad, de la realidad nacional. Desde sus primeros años fue un orador nato que el correr del tiempo lo convertirían en un maestro de la elocuencia, quizás exorbitante, pero brillante. Raúl Porras Barrenechea dijo que el maestro Víctor Andrés era más orador que escritor y Estuardo Núñez afirmó que su verbo tuvo más sugestión que estilo llano de sus escritos.
Cuando Mariátegui publica sus Siete Ensayos de la Realidad Peruana, Belaúnde refuta el marxismo aplicado a la realidad nacional propuesto por el Amauta. Para Belaúnde sólo hay un tema en su agenda: la regeneración del Perú.
Belaúnde quiso y amó a su universidad, pero ante todo, al Perú. A través de sus escritos estimula a que se estudie al Perú, el Perú profundo y no lo extranjero. Belaúnde amó a su institución:
“Unos dirán, ya lo sé, que soy un poco duro en mi crítica contra la Universidad…, otros dirán…, tú no amas a la universidad. Criticar señores es amar, aunque parezca paradoja; porque criticar, ¿qué es? Criticar es reflejar sobre la realidad un ideal, criticar es contemplar esa realidad a través de un ideal; y querer para la realidad-ideal es la forma suprema del amor. Yo quiero para la Universidad el más alto ideal; me la imagino como la institución suprema, me la imagino, creádmelo, como la forjadora y directora de la nacionalidad…” (3)
Finalmente, no sólo fue presidente de la XIV Asamblea General de la ONU, sino que suscribió la carta de San Francisco que fundaba el organismo internacional en 1945. Pero ya en sus memorias confiesa que habría cambiado todo lo que logró en su vida por realizar su más grande sueño: ser rector de la Universidad de San Marcos, cargo que por coyunturas políticas fue descartado.
El Novecientos. Balances: críticas y aportes
Aportes:
El mensaje global que querían transmitir los novecentistas fue inaugurar con firmeza en el Perú contemporáneo, los estudios nacionales. Y el puente para lograr tan ardua misión era la Universidad. Ellos proclamaban a viva voz palabras como “necesidad de síntesis”, “identidad peruana”, “dos legados: el andino y el hispano”, “sociedad y cultura unitarias”; fueron un abierto reconocimiento a la proyección del Perú en tanto colectividad humana. Todo esto es en contraste con la actitud positivista. La crítica que se le hace al novecentismo de “Arielista” es inadecuada. El “Ariel” de Rodó que se difundió en nuestro medio postula al idealismo en contraposición al realismo y en última instancia como especulación retórica, desprovista de realidad. Riva Agüero puede ubicarse de algún modo con la filiación arielista, pero no un arielista propiamente dicho. En el libro Carácter de la Literatura del Perú Independiente (1905), Riva Agüero lanzó una severa requisitoria contra Rodó. El mismo Luís Alberto Sánchez escribe:
“Riva Agüero, a quien cité al comenzar, era uno de los menos conformes con la acentuación de Ariel…. Decía yo -y creo que algo parecido dijo Riva Agüero- que Rodó era más estilista que ideólogo…. Hoy me ratifico de ello” (4)
Finalmente, no parece apropiado mantener como sinónimo del novecentismo peruano la condición de arielista. Si bien ellos asumen algo del arielismo, no podemos afirmar que eran arielistas. Hay otra cosa que los mantenía más preocupados, era su devoción por los estudios nacionales. Ellos frente al positivismo de sus maestros, defendieron el aporte del mundo andino, reconociéndolo como elemento central de nuestra nacionalidad. Aquellos que hicieron suyo en las aulas universitarias el planteamiento positivista sin percatarse de las contradicciones esenciales que encerraba esta Nación cultural con la Nación real que pedía la integración. Plantearon el problema indígena, y la plantearon como problema fundamental. Esta reivindicación y su formulación como problema nacional, trajo consigo la creación de la Asociación Pro-indígena fundada en 1904 por el Centro de Estudios de San Marcos. Ahí se encontraba Víctor Andrés Belaúnde, Riva Agüero, José Gálvez, Óscar Miró, entre otros.
Críticas:
El mayor crítico de la generación del 900 lo encontramos en Luís Alberto Sánchez, en su obra Balance y Liquidación del 900, allí se pregunta si tuvimos maestros en América. Todo el texto de Sánchez habla de autores del 900 de toda Latinoamérica, aquí sólo nos centraremos en el novecientos del Perú, y específicamente en Riva Agüero y Belaúnde. Luís Alberto dice del novecientos, o también llamado arielista (por ser seguidores del Ariel de Rodó), que se habían adueñado de las cátedras universitarias y que mantuvieron un criterio estético, pero egoísta, erudito, pero ajeno a nuestra realidad. Es decir, la promoción arielista se conmovió más con las inquietudes estéticas que con el reclamo social. De Riva Agüero dijo, que, tal fue su filofacismo de 1937 (después de volver de Europa) y su antidemocratismo de 1931, propone a la ciencia intereses de casta. Además dice que después de la tesis de Riva Agüero, La historia en el Perú, se esperó de él una verdadera historia de la Nación, pero debido a su infortunio viaje y posterior viraje político, bastó para asfixiar en él todo empeño científico.
“Riva Agüero regreso al catolicismo pública y desafiantemente en 1932; identificó su credo religioso con el fascismo político” (5)
Por eso es que Pedro Planas y nosotros nos preguntamos ¿a qué se debía esta especie de exilio intelectual que sufrían en su propia patria los novecentistas? ¿Por qué sus libros se guardaban y no se editaban? ¿A qué se debió ese veto tan poderoso del cual no parecía ajena las propias Universidades? ¿Quién le colocó esa sepultura perpetua a uno de los más grandes pensadores que tuvo el Perú? ¿Por qué ese cementerio sobre sus ideas? ¿Será cierto acaso la acusación de fascismo que pesa sobre ellos contra lo que nadie parece responder? Al 900 (especialmente Riva agüero y Belaúnde) se le discriminó en las generaciones futuras.
Es necesario difundir sus pensamientos, que su mensaje cale en los jóvenes universitarios. En Belaúnde, su estilo fue confrontar ideas, argumentos y razonamientos. Su refutación a los siete ensayos queda como ejemplo. No se trata de quedarse silenciosos, ni tampoco asumir una postura de rechazo para un grupo que no pensaba como nosotros. Nuevamente en el caso de Belaúnde, la confrontación de ideas (escribió) oxigena el ambiente intelectual y nos aproxima a la verdad de los hechos.
EL APRISMO EN SAN MARCOS
Víctor Raúl Haya de la Torre y la Universidad de San Marcos
La vida de Haya de la Torre encierra profundas enseñanzas y se desenvuelve en una época convulsionada por apasionantes acontecimientos e importantes cambios sociales que de alguna u otra manera han contribuido a modificar la imagen que el mundo tenía anteriormente de América Latina. Los temas están en los libros de Haya, indispensable material para el conocimiento de la realidad Latinoamericana o Indo americana (como decía). Al iniciarse el año 1917 Víctor Raúl tuvo la decisión de viajar a Lima para continuar sus estudios en la Universidad de San Marcos, pues el ambiente de Trujillo no colmaba sus expectativas. La política tomo un giro diferente con la elección de José Pardo y Barreda el 18 de agosto de 1915. El Partido Civilista había postulado inicialmente la candidatura de Javier Prado, destacado intelectual y profesor de la Universidad de San Marcos, sin embargo discrepancias surgidas con los más conspicuos oligarcas del partido, ocasionaron la renuncia de Prado.
En una convención de partidos que se celebraba en el salón general del convento de Santo Domingo, fue elegido José Pardo quien ejercía el rectorado en San Marcos. Haya llegó a Lima cuando el ambiente político estaba muy agitado. Víctor Raúl palpó esa candente situación y se sintió defraudado por el ambiente que se respiraba en la Universidad de San Marcos, colmada de la oligarquía civilista. Había necesidad de reformarla íntegramente. Fue acogido por amigos y entre esas visitas conoció a Manuel Gonzáles Prada. Sostuvieron un breve diálogo en el que Gonzáles Prada se interesó por su interlocutor y se expresó en forma despectiva de la universidad, aún cuando puso de manifiesto su admiración en la juventud.
Al fallecer Gonzáles Prada, Haya acudió al cementerio y adquirió el compromiso de recoger su herencia y cumplir la obra reformadora por él planteada. En 1918, Haya se incorpora a la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Políticas para cursar el segundo año en la Universidad de San Marcos. Entre sus obras preferidas se encuentra las de Marx, Renán y González Prada. Víctor Raúl se dedica a estudiar los problemas sociales y tomó la determinación de interesarse por los problemas de la clase trabajadora. En 1917 fue creada la Federación de Estudiantes del Perú (FEP). Uno de los dirigentes fue Haya de la Torre, quien rápidamente se convirtió en el principal gestor para la consolidación de la Alianza entre los trabajadores y los estudiantes. En octubre de 1919 Haya fue nombrado presidente de la FEP y una de sus primeras acciones fue convocar al primer Congreso Nacional de Estudiantes, cuya reunión estaba prevista para 1920. En la época del presidente Augusto B. Leguía surgió el movimiento estudiantil de la Reforma Universitaria que ejerció gran influencia sobre Haya de la Torre en su época de líder estudiantil.
La Reforma Universitaria surgió en los claustros de la Universidad de Córdova (Argentina) en 1918. Haya dijo que la Reforma Universitaria fue el primer gesto de emancipación del coloniaje mental. Muy pronto se origino un conflicto en la Facultad de Letras de San Marcos, debido a la tacha de alumnos a un profesor de historia. Los decanos se negaron a atender las demandas estudiantiles. Entonces se formó el comité de huelga que consiguió el apoyo de otras Facultades y el conflicto se generalizó a toda la Universidad. El conflicto se prolongó y cuando asumió sus funciones el nuevo gobierno a cargo de Augusto B. Leguía, los estudiantes recurrieron a él a través de un memorial pidiéndole la supresión del sistema de listas, representación estudiantil en los consejos directivos de la Universidad y tachas a los malos profesores. El gobierno acogió algunas demandas y dictó que se declarasen vacantes las cátedras de los profesores tachados. Así acabó la huelga de estudiantes. En 1919, con Víctor Raúl como presidente de la FEP, asumió sus funciones con el objetivo de consolidar lo logrado en la Facultad de Letras. Fue así que surgió el “Conversatorio Universitario”, con el propósito de estudiar, discutir e interpretar la historia del Perú. Se organizaron entonces el primer Congreso Nacional de Estudiantes en Cusco, donde se expresa los siguientes puntos: Extensión Universitaria, Cátedra Libre, representación estudiantil en el gobierno de la Universidad, derecho de huelga universitaria, acercamientos de los estudiantes a los obreros y creación de las universidades populares.
Luis Alberto Sánchez y la Ciudad Universitaria
Escritor, político, periodista, historiador, narrador y maestro. Estudió en el colegio La Recoleta y luego en la Universidad de San Marcos. Se graduó como doctor en Letras con la tesis Nosotros. Bachiller en Derecho y un año después optó el título de abogado. Alumno declarado y maestro muy requerido en las distintas cátedras que dirigió, L.A.S. amó su alma mater y junto a Raúl Porras Barrenechea y Jorge Guillermo Leguía integraron el “Conversatorio Universitario” fundado en 1919 con la participación de Víctor Raúl Haya de la Torre, Jorge Basadre, Carlos Moreyra, Ricardo Vegas y José Luís Llosa. El conversatorio tuvo como tema la reflexión del Centenario de la Independencia del Perú. Basta señalar que el maestro Sánchez fue tres veces decano de la Facultad de Letras y rector de San Marcos, y durante su gestión se construyó la Ciudad Universitaria, organizó la imprenta de San Marcos, la Escuela de Periodismo, entre otras importantes obras. Y como algo adicional, siendo legislador tuvo un papel activo en el Congreso de la República siendo reiteradamente presidente interino en el gobierno aprista de 1985 a 1990.
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* Muchos de los datos biográficos lo hemos tomado de Raúl Chanamé Orbe, Las ideas y los hombres. Pensadores del Perú. Editorial San Marcos, 2002. 276 págs.
Notas:
(1) Sánchez, Luís Alberto. La universidad no es una isla. Pág.: 114
(2) Belaúnde, Víctor Andrés. En: Revista Nueva Democracia. Junio 1923
(3) Ibíd.
(4) Sánchez, Luís Alberto. En “Mundial” N. 256, junio 1925. Pág.: 2 - 3
(5) Sánchez, Luís Alberto. Balance y Liquidación del novecientos. Pág.: 165
Efrain Nuñez Huallpayunca
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