Hamburguesa, Hamburgesa

Relato de humor negro sobre un asesino y el remordimiento a su acto y una camarera. La situación va empeorando a medida que la situación entre el asesino y la camarera se recrudece y los pasajes más desenfrenados del asesinato sobre lo que acaba de hacer.

Daniel Matas Clavero
Daniel Matas Clavero
1 de June · 653 palabras.
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🕘 Resumen

En este relato, el narrador describe su visita a un restaurante de playa en abril mientras los turistas comienzan a llegar. La limpieza del lugar deja mucho que desear y las cucarachas corretean por todas partes.

A pesar de los aparentes peligros, el narrador ordena una hamburguesa poco hecha pero se encuentra con que sabe a matarratas. Esta experiencia lo lleva a recordar haber asaltado sexualmente a una mujer en un bosque en el pasado y disfrutar de la violencia.

Cuando se queja con la camarera sobre la calidad de la comida, ella apático agarra su hamburguesa y la arroja de nuevo en la freidora lleno de grasa. El narrador siente un profundo disgusto por la camarera y su condición física, pero sigue comiendo.

La historia termina con el narrador sugiriendo que la camarera se someta a un bypass gástrico mientras se retira del lugar. En resumen, la historia es una descripción brutal de un entorno desagradable y una revelación perturbadora sobre la psique del narrador.

-Una hamburguesa poco hecha, por favor.
La freidora rebosaba grasa y aceite ahogándose como un borracho en su propio vómito. Las baldas tenían la apariencia de una pista de hielo por el polvo acumulado durante décadas, mientras las cucarachas jugaban distraídas por todo el local.
Se respiraba una agradable brisa marina que golpeaba duro en el tabique nasal. Estábamos en Abril y ya se podía ver a los primeros turistas perdidos. El sol hacia de testigo mudo.
-Muchas gracias señorita. Le contesté a la camarera gorda que depositó la hamburguesa en un plato amarillento.
Pegué un primer mordisco a la hamburguesa y me sabio a matarratas. Me pareció la carne poco hecha que había ingerido tan sólo unos instantes. Aún recordaba el susto que le había creado a la pobre chica mientras paseaba. Eso me excitó. El forcejeo fue duro, lucho como una leona, pero acabo remitiendo a mi fuerza. Me vino a la memoria también la sangre caliente en su boca después del primer golpe, mientras los diminutos hematomas hacían aparición en su cuerpo.
-¿Me la podría hacer un poco más? Le sugerí a la camarera que me miraba con desdén desde un rincón del establecimiento.
La vi acercarse con sumo cansancio arrastrando sus jamones por el suelo. Recogió el plato con desgana y tiro otra vez la carne en la ahogada freidora. En la cara de la camarera se dibujada el terrible trabajo que le había causado mi sugerencia. Giro la hamburguesa en la freidora, mientras la golpeaba con tal ímpetu que me recordó a una sádica experta.
Me afloró en la cabeza el diminuto cuerpo de la chica volteándose entre la maleza, luchando por no caer en mi depravada imaginación. Sujeté sus endebles brazos y desgarré con poca profesionalidad sus cautivadores ropajes.
-Aquí tiene su hamburguesa, espero que ahora esté a su gusto. Me despertó la camarera de mi ensueño.
-¿Tiene algún problema en volvérmela hacer si no es de mi gusto? La interferí.
No obtuve respuesta, sólo el cansado y arrítmico respirar de una mujer joven a punto de morir por su obesidad.
Me abrumo su aparecía y mordí otro trozo de hamburguesa.
-¡Mierda!, ¿A esto le llamas una hamburguesa hecha?
La camarera me miro como medusa fulminándome en el acto. Arrastro nuevamente su cuerpo hasta la barra y me preguntó:
-¿Pero que cojones le pasa a su jodida hamburguesa?
Aún me escocían los rasguños que aquella zorra me había producido en la espalda con sus unas. La excitación de la lucha me había provocado una increíble erección. Yo la golpeé con más fuerza intentándola retener en el suelo, mientras mi miembro buscaba desesperadamente su cueva.
La camarera retiró la hamburguesa mientras mascullaba algo al gerente. Olfateé el olor de la carne casi quemada de la freidora, mientras la camarera gorda me maldecía por sus adentros. Depositó la chamuscada carne en el pan de molde y la dejó caer en el plato.
-Espero que al fin sea de su gusto. Me imploro la camarera a modo de ultimátum.
-Espero que sea así, nena. Le contesté.
Todavía tenía el olor de sus braguitas rosadas impregnadas en mis manos y el aroma fresco de su cono virginal. Mi polla no tuvo piedad de aquel cuerpo joven. La violé tantas veces pude, o al menos hasta que mi corazón me lo permitió. Hube de estrangularla, ¡Dios sabe que no quería!, pero no podía dejar testigos de mi delito. Escondí el cuerpo inerte entre los matorrales, sintiéndome seguro que allí no la encontrarían en varias semanas. Me sentía a salvo en aquel cuchitril degustando una hamburguesa.
Deje caer el Kepchup rojizo en el pan de molde y me lleve la hamburguesa a la boca. Experimente una terrible náusea al mezclarse el sabor de la hamburguesa y el aroma fresco del cuerpo de la joven. Sentí resbalar el Kepchup por la comisura de mi boca y me relaje. Volvía a empalmarme.

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