El Estatuto Gnoseológico de las Neurociencias
Los avances de las neurociencias ya habrán convertido en ocioso y banal, por ejemplo, todo debate filosófico acerca de la verdad de la religión, dado que las estructuras cerebrales, responsables de la religiosidad, y que se activan en el momento de experimentar vivencias místicas.
14 de September · 340 palabras.
🕘 Resumen
Este artículo aborda la tendencia actual de algunos neurocientíficos de reducir la psicología al estudio de los correlatos biológicos que subyacen a las operaciones de los sujetos.
Esta actitud se relaciona con el fundamentalismo científico y la ingenuidad, ya que algunos de ellos se presentan como "neurofilósofos" y creen que las modernas investigaciones en neurociencias permitirán resolver los tradicionales problemas filosóficos.
Sin embargo, existen al menos cuatro errores que subyacen a esta concepción, como suponer que la filosofía es un saber arcaico o que las ciencias y la filosofía se alimentan del mismo tipo de materiales.
Además, se argumenta que los avances en las neurociencias no invalidan la importancia de la filosofía. Por ejemplo, la religiosidad y las estructuras cerebrales responsables de ella ya han sido identificadas, pero esto no hace innecesario el debate sobre la verdad de la religión.
De manera similar, se presenta como inútil discutir sobre filosofía política, dado que las neurociencias han resuelto el problema. Se argumenta que la cuestión es sencilla y no requiere argumentos filosóficos, pero esto es reduccionista y deja de lado toda la complejidad del tema en cuestión.
En resumen, este artículo busca demostrar que la tendencia a reducir la psicología a correlatos biológicos debe ser cuestionada, y que la filosofía sigue siendo un saber valioso e incluso necesario.
Al menos, cuatro errores según la psicología, subyacen a esta concepción.
En primer lugar, suponer que las ciencias positivas y la filosofía se alimentan del mismo tipo de materiales. En segundo lugar, suponer que la filosofía es un saber arcaico que, a lo sumo, habría servido para el planteamiento de ciertos problemas cuya resolución habría de esperar a la aparición de las ciencias. En tercer lugar, suponer que la filosofía existe aun cuando no vaya adjetivada (materialista, escolástica, estoica, &c.). En cuarto lugar, suponer que las ciencias poseen, en exclusiva, el dominio sobre todos los ámbitos del saber.
Los avances de las neurociencias ya habrán convertido en ocioso y banal, por ejemplo, todo debate filosófico acerca de la verdad de la religión, dado que las estructuras cerebrales, responsables de la religiosidad, y que se activan en el momento de experimentar vivencias místicas, que ya han sido identificadas.
Asimismo, será inútil discutir sobre filosofía política, dado que las neurociencias ya han resuelto el problema. La cuestión es sumamente sencilla y no requiere complicación alguna por argucias filosóficas: quienes presentan una mayor activación de la ínsula serán progresistas y, por tanto, votarán al PSOE mientras que los sujetos con menor activación en la ínsula serán conservadores y, por tanto, querrán que Rajoy sea el próximo presidente del gobierno de España. La irrupción del fundamentalismo neurocientífico conlleva el campo de las ciencias psicológicas, a saber, la eliminación del propio sujeto psicológico.
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