El Colesterol en Psicologia
No cabe duda de que vivimos en un mundo muy seguro si lo comparamos con el mundo en el que evolucionaron las señales de alarma de nuestro cerebro. Esta es precisamente la paradoja, ¿como es posible que en un entorno seguro emerjan de nuestro cerebro tantas señales de alarma?
20 de August · 392 palabras.
🕘 Resumen
Este artículo trata sobre el solapamiento entre el dolor crónico y las características de personalidad, que se distribuyen entre distintos tipos admitidos por las clasificaciones internacionales, pero parecen encajar de forma empírica con el constructo un poco más amplio de "personalidad fóbica".
El autor plantea la paradoja de cómo emergen tantas señales de alarma en nuestro cerebro, como el hambre, el dolor, el pánico o la diarrea, en un entorno seguro.
Se menciona el miedo al colesterol como ejemplo de la fobificación -amedrantamiento- de la población, que procede de vivir en un entorno donde se repite esa palabra hasta el paroxismo, vinculada a dietas, exploraciones, ataques cardíacos, diabetes y un sinfín de males.
El discurso social sostiene el miedo al colesterol, y es el miedo al colesterol el que consigue que las personas enfermen a causa de él, peor si tienen una estructura fóbica del carácter o antecedentes familiares de infarto.
Es importante tomar en cuenta cómo el discurso social puede influir en la salud mental y física de las personas.
No cabe duda de que vivimos en un mundo muy seguro si lo comparamos con el mundo en el que evolucionaron las señales de alarma de nuestro cerebro. Esta es precisamente la paradoja, ¿como es posible que en un entorno seguro emerjan de nuestro cerebro tantas señales de alarma como hambre, dolor, pánico o diarrea?
Les pondré un ejemplo para que piensen sobre ello, les diré una palabra, sólo piensen en esta palabra, “colesterol”. Hagan un pequeña encuesta entre sus amigos, familiares, vecinos o compañeros de trabajo y cuenten en un dia cuantas veces la oyen en la oficina, en la televisión o en su casa. Hagan una lista con las palabras que le evoque “colesterol”, tendrá ante si una red semántica de horrores médicos y de alarmas neurobiologicas que influirán de forma impredicible en sus sistema inmune.
No cabe duda de que el miedo al colesterol, es decir la fobificación -el amedrantamiento- de la población procede de vivir en un entorno donde esa palabra se repite hasta el paroxismo vinculada a dietas, exploraciones, ataques cardiacos, diabetes y un sin fin de males que está en su mano evitar haciendo lo que prescriben determinados discursos: hacer ejercicio, dejar de fumar, cuidar su alimentación, eludir el estrés, etc (cuestión nada fácil por otra parte). Dicho de otra forma es el discurso social quien sostiene el miedo al colesterol y es el miedo al colesterol el que consigue que usted enferme a causa del colesterol, peor si usted tiene una estructura fóbica del carácter o si tiene antecedentes familiares de infarto.
Y dicho aun más claro: aunque enfermar a causa del colesterol parece una consecuencia biológica en realidad es un hecho psíquico intraducible al lenguaje psicológico. Hará usted mal en acudir a un psicólogo si quiere rebajarlo, tan mal como hacer caso a esos temores que se difunden e impregnan esta sociedad que Goicoechea ha llamado migrañosa pero que se puede traducir con una vieja palabra médica: yatrogenia social.
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