La Cura del Dolor Psicológico del Individuo
En el siglo XXI padecemops todo tipo de enfermedades, existen unas, las psicológicas, las de nuestra mente, que deben ser tratadas también por un especialista y el arte de curar con las palabras, llamada Psicoterapia.
24 de March · 548 palabras.
🕘 Resumen
La interacción entre las funciones de sentir, pensar y actuar condiciona nuestra felicidad y dolor y su relación con el entorno natural y social. La psicoterapia, que se centra en el dolor psicológico y sus consecuencias, puede ser llamada el "arte de curar con la palabra".
La psicoterapia cognitiva se enfoca en los aspectos intelectuales, mientras que la conductista se enfoca en el comportamiento. Sin embargo, algunos psicoterapeutas buscan una síntesis personal y ecléctica de los tres enfoques, según cada paciente y momento.
El vínculo entre paciente y terapeuta es complejo debido a muchos factores, como la pericia del terapeuta, su madurez personal, el método empleado, el grado de confianza del paciente, su motivación para sanar, el lazo afectivo mutuo, la clase y gravedad del problema, y los apoyos e interferencias externas (familia, amigos, trabajo, etc.).
Los resultados terapéuticos son imprevisibles y las relaciones entre paciente y terapeuta pueden ser funestas o interminables si no se alcanzan ciertos mínimos indispensables. Algunos pacientes no son merecedores de ser felices y deambulan entre diferentes psicoterapeutas.
Entonces, ¿Es eficaz la psicoterapia? ¿Siempre funciona? ¿Son mensurables sus efectos? Algunas personas tienen sus dudas, y otras defienden lo contrario con estadísticas discutibles. La verdad, es que el problema es bastante complejo, pues la relación paciente y psicoterapeuta es íntima y secreta por definición y, como en todo lazo humano, los factores que se involucran son muchísimos.
Entonces, es un vínculo complejo, donde intervienen al menos: - la pericia del terapeuta, - su madurez personal, - el método empleado, - el grado de confianza del paciente, - su grado de motivación para sanar; - el lazo afectivo mutuo - la clase y gravedad del problema, - las apoyos e interferencias externas (familia, amigos, trabajo, etc.). Así pueden saberse, lo distintas e imprevisibles que pueden alcanzar a ser las relaciones paciente y terapeuta, también sus resultados terapéuticos.
En cuanto no se alcanzan ciertos mínimos indispensables, tenemos que hablar de “malos” psicoterapeutas, así como de “malos” pacientes. Por eso unas terapias son funestas o interminables, y algunos pacientes deambulan continuamente de terapeuta en terapeuta. Cuando ocurre esto último, la causa suele estar en el mismo paciente.¡Algunos de ellos ni siquiera son considerados merecedores de ser felices! Por esto, así como los fumadores que fingen “no poder” dejar su hábito -cuando lo cierto es que desgraciadamente no quieren-, esos pacientes simulan “esforzarse” en cambiar... pero haciendo todo lo preciso para romper habitualmente sus terapias (justificándose en la falta de tiempo o dinero, el cansancio, la falta de resultados, el enfado con el terapeuta). Y es que, evidentemente, nadie sana si no tiene la intención de hacerlo.
Los terapeutas no poseen una varita mágica. De igual manera que el médico no “da” la salud, sino que sólo la facilita; o los padres no "enseñan" a caminar al niño, sólo le ofrecen el estímulo y la ayuda, para que aquél haga un esfuerzo continuado para mover sus piernas, así también el terapeuta ofrece auxilio, afecto, guía, herramientas a su paciente... pero sólo éste, puede tomar la mano amiga y elegir crecer, si así lo desea.
Una buena relación psicoterapéutica es, con todo, uno de los vínculos humanos más ricos, profundos, hermosos y curativos que se pueden dar. La psicoterapia es el arte -que no ciencia- de escuchar, confiar, respetar, expresarse, comprender, descubrir, compartir afecto y conocimiento. En última instancia, es una forma de amor mutuo. Por eso el buen psicoterapeuta, como el buen padre, el buen médico o el buen maestro, debería ser un humanista cargado de respeto y amor hacia sus pacientes, su profesión y la vida.
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