La Renuncia a la Propia Libertad
A pesar de ello, en España ser emprendedor está mal visto. Se le considera una persona que lo que busca es explotar a sus empleados, en vez de verle como alguien que ofrece a otros la oportunidad de tener un empleo, arriesgando para ello su propio patrimonio
25 de December · 685 palabras.
🕘 Resumen
El 85% de los nuevos puestos de trabajo creados en Europa entre 2002 y 2010 fueron generados por pequeñas y medianas empresas (PYMEs), mientras que en España la cifra llega al 89%.
A pesar de este hecho, en España ser emprendedor está mal visto y se considera a estos individuos como personas que explotan a sus empleados en lugar de ofrecer oportunidades de empleo.
Incluso los bancos, al dar créditos, se lo conceden más fácilmente al empleado de una PYME por tener una nómina que a los empresarios que pagan dicha nómina.
Esta mala fama del empresario se debe al miedo a la libertad que inunda a los ciudadanos, ya que cuando alguien ejerce su libertad para crear un negocio, opinar políticamente incorrecto, o cualquier otra cuestión, se convierte en sospechoso y comienza a ser mal visto.
España es un país formado por ciudadanos que tradicionalmente han renunciado a ser libres, y después de cuarenta años de dictadura, en lugar de crear una democracia, se creó una partitocracia.
A pesar de esto, los políticos han cuidado de sus propios intereses y del de su camarilla en lugar de trabajar en beneficio del pueblo.
A pesar de ello, en España ser emprendedor está mal visto. Se le considera una persona que lo que busca es explotar a sus empleados, en vez de verle como alguien que ofrece a otros la oportunidad de tener un empleo, arriesgando para ello su propio patrimonio.
Se llega al caso ridículo de que puesto a dar un crédito, un banco se lo da más fácilmente al empleado de una pyme, simplemente por tener una nomina que acredita que su empresa se paga un sueldo mensual, que al empresario que es el que paga el sueldo de aquel.
En mi opinión, esa mala fama del empresario, también del pequeño empresario que es el usual en nuestro país, se debe al miedo a la libertad que desborda a nuestros conciudadanos. Cuando alguien hace uso de su libertad, sea para crear un negocio, para opinar de forma políticamente incorrecta o para cualquier otra cuestión, se convierte en un ser sospechoso y empieza a estar mal visto en su entorno.
Somos un país formado por ciudadanos que tradicionalmente han renunciado a serlo. Sin remontarme demasiado atrás, basta pensar que después de cuarenta años de dictadura, los españoles renunciamos a recuperar nuestra libertad y en vez de crear una democracia creamos una partitocracia, poniendo nuestro destino, la capacidad de elegir a nuestros representantes encargados de redactar las leyes que rigen nuestra convivencia y a nuestros gobernantes en manos de un puñado de personas cooptadas por ellos mismos.
Treinta años después vemos que nadie ha tenido interés en que el español medio adquiera su condición de ciudadano libre. Los políticos cooptados se han dedicado a cuidar de sus intereses y de los de su camarilla y el ciudadano que renunció a serlo, se ve sin presente y con pésimas perspectivas de futuro, pero siguen oyendo hablar de que todas las medidas que se toman son en beneficio del pueblo.
Y no conviene olvidar que “Aquellos que propugnan la libertad de los pueblos, no piensan en la libertad de cada uno de los miembros de esa sociedad, sino en la libertad de esos planificadores sociales, los políticos, para hacer con esa sociedad lo que se les antoja.”
Esta frase está sacada de la obra Camino de Servidumbre de Frederich Hayek. Obra escrita en 1943 y que hace referencia al advenimiento de los regímenes dictatoriales en Alemania y otros países de Europa. Sin embargo, ¿no resulta perfectamente aplicable a lo que está ocurriendo en nuestro país actualmente con los intentos secesionistas de algunos políticos en Cataluña o el País Vasco?
Es curioso que ese libro que dedica todo un capitulo a hablar de la perversión del significado de casi todas las palabras con contenido moral o político, como paso previo a la puesta en marcha de la conquista de un poder absoluto, es de total aplicación hoy en día en varias regiones españolas, donde desde hace décadas, “las palabras se han transformado en cáscaras vacías” que permiten convertir al agresor en víctima y a la víctima en agresor, por reclamar lo que en cualquier otro lugar de España son simplemente elementales derechos ciudadanos, “evitando con ese método cualquier discusión racional de los problemas”.
En nombre de la libertad del pueblo, los políticos de uno u otro signo se han dedicado a explotarlo y cuando la vaca no da más leche, pretenden trocearla para poder continuar beneficiándose de ella. Y todo ello ante la pasividad de unos ciudadanos a los que su miedo a la libertad ha llevado a interiorizar que todo aquel que pretende ejercer la suya propia, es un tipo peligroso o un explotador o un descerebrado.
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Frank Cotton
Después de muchos años como ejecutivo en el sector de la franquicia, ahora tengo un negocio de marketing multinivel.
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