Reflexiones Ante la Huelga General
En el País de las Maravillas no hay que hacer recortes ni bajar sueldos ni congelar pensiones ni subir impuestos ni quitar subvenciones para bregar con una crisis que nos ha hecho más pobres. En ese reino de la fantasía, el Estado puede endeudarse hasta el infinito si le da la gana.
6 de December · 650 palabras.
🕘 Resumen
El autor reflexiona sobre la realidad económica y política de España en la actualidad. A pesar de los sentimientos de insatisfacción generalizada, el autor observa que una gran cantidad de trabajadores en la huelga general no parecen querer participar activamente en las protestas.
El autor argumenta que esto se debe a que muchas personas todavía no han aceptado que el "País de las Maravillas" ya no existe.
Este es un lugar inventado donde no hay necesidad de reducir gastos, recortar salarios, congelar pensiones, aumentar impuestos ni eliminar subvenciones para hacer frente a la crisis.
En esta fantasía, el Estado puede endeudarse y pagar altas tasas de interés sin problemas, y el dinero crece en los árboles. También hay lugar para los "malvados", quienes supuestamente crearon la crisis para explotarnos aún más.
Sin embargo, el autor sugiere que es hora de abandonar esta ilusión y aceptar que muchas formas de vida están destinadas a desaparecer, y que la mayoría de los trabajadores nunca recuperarán los trabajos perdidos.
En lugar de seguir buscando utopías fantasiosas, el autor insta a asumir la responsabilidad personal por nuestras vidas y encontrar un camino adelante en un mundo sin garantías laborales sólidas y beneficios sociales generosos.
En el País de las Maravillas no hay que hacer recortes ni bajar sueldos ni congelar pensiones ni subir impuestos ni quitar subvenciones para bregar con una crisis que nos ha hecho más pobres. En ese reino de la fantasía, el Estado puede endeudarse hasta el infinito si le da la gana, y no hay problema en pagar intereses más altos. ¡La prima de riesgo no existe! Como tampoco existen Bruselas, Berlín y Frankfurt. En ese mundo de ensoñación, si los políticos quisieran, el dinero volvería a fluir como antaño, porque crece en los árboles o está en los arcones de los ricos, y basta quitárselo. En el idílico lugar también hay sitio para los malvados. Son los que han provocado la crisis con el pérfido propósito de liquidar el Estado del Bienestar y explotarnos más a gusto.
Pero, por otro lado, empieza a calar entre la gente con un poco de sentido común que toda una forma de vida se ha acabado, probablemente para no volver. Que gran parte de los que perdieron su empleo nunca volverán a tener un empleo por cuenta ajena y que gran parte de los que todavía tienen un empleo es muy probable que lo pierdan en poco tiempo.
Y ante eso el que más y el que menos se plantea que hacer. Como poder ganar su sustento y el de su familia. Y no cabe otra que plantarse renunciar a pensar que el País de las maravillas existe y es el nuestro, a trabajos con horario y sueldos fijos, a vacaciones pagadas, a bajas por enfermedad cuando tienes un simple catarro. Es necesario, de verdad, hacerte responsable de tu vida olvidando lo que una vez pensaste de que la vida solo eran derechos y ninguna obligación. Que el puesto de trabajo estaba garantizado y que si el “cabrón del patrón me toca las narices, le doy dos leches y encima me va a tener que indemnizar por la hueva de pasta”.
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Frank Cotton
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