Domesticación del Perro

El perro es la especie doméstica más antigua. Estudios recientes demuestran que el lobo y el perro comparten antepasados.

Agnès Domínguez Muñoz
Agnès Domínguez Muñoz
23 de September · 513 palabras.
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🕘 Resumen

Hace 65 millones de años, después de la extinción de los dinosaurios, los mamíferos ocuparon el gran vacío que habían dejado y algunos dejaron las dietas estríctamente vegetarianas y empezaron a cazar pequeños animales. De este modo, en los bosques de Centroeuropa apareció un pequeño carnívoro llamado Myacis, un antepasado del cual nacieron las dos grandes líneas de carnívoros actuales, los de aspecto similar a los felinos y los similares al oso. Las especies salvajes relacionadas más de cerca con el perro son el lobo, el lobo rojo, el coyote y los chacales, y pertenecen al género Canis. Se han realizado varios estudios comparando estos cánidos entre sí y se ha llegado a la conclusión de que el perro se parece mucho más al lobo que al chacal o al coyote. La apariencia general de las especies salvajes actuales sigue siendo similar a la de los ancestros, mientras que la apariencia del perro es muy diferente a la de sus antepasados ya que ha sufrido un proceso de selección artificial guiada por el hombre. Como se ha comentado anteriormente, se cree que el perro desciende del lobo y existen hallazgos arqueológicos que indican que la domesticación del perro ocurrió cuando el estrecho de Bering era transitable para perros y humanos, durante la última glaciación.
Hace 65 millones de años, después de la extinción de los dinosaurios, los mamíferos ocuparon el gran vacío que habían dejado y algunos dejaron las dietas estrictamente vegetarianas y empezaron a cazar pequeños animales.

En los bosques de Centroeuropa apareció un pequeño carnívoro llamado Myacis, que combinaba insectos, huevos y otros mamíferos que cazaba con los frutos y bayas que obtenía de los árboles.

De este pequeño mamífero nacieron las dos grandes líneas de carnívoros actuales, los de aspecto similar a los felinos (félidos y hienas) y los similares al oso (osos, mapaches, morsas y cánidos).

Las especies salvajes relacionadas más de cerca con el perro son el lobo, el lobo rojo, el coyote y los chacales, y pertenecen al género Canis, de la familia de depredadores Canidae. Se han realizado varios estudios comparando estos cánidos entre sí y se ha llegado a la conclusión de que el perro se parece mucho más al lobo que al chacal o al coyote.

Las especies salvajes actuales son producto de los cruces aleatorios entre las diversas poblaciones de las especies salvajes ancestrales, pero la apariencia general sigue siendo similar a la de los ancestros. En cambio, la apariencia de un perro es muy diferente a la de sus antepasados, ya que ha sufrido un proceso de selección artificial guiada por el hombre, que ha escogido a los reproductores, ha potenciado aspectos considerados positivos para la convivencia y ha eliminado algunos factores molestos para el hombre.

Como se ha comentado anteriormente, se cree que el perro desciende del lobo. Parece ser que lobos primitivos han dado lugar al lobo moderno y al perro, ya que comparten una muela carnicera, varios patrones de comportamiento y tipos de vocalizaciones, parámetros bioquímicos, etc.

Existen hallazgos arqueológicos que indican que la domesticación del perro ocurrió cuando el estrecho de Bering (entre Siberia y Alaska) era transitable para perros y humanos, durante la última glaciación (antes del 9000 aC). Se cree que las grandes migraciones de los cazadores neolíticos motivaron también la expansión del perro, cruzándose con perros de otras zonas geográficas.

Por todo ello se puede afirmar que el perro es la especie doméstica más antigua y la única que se desplazó con las comunidades del neolítico. Probablemente la domesticación se produjo hace unos 20.000 años, cuando el hombre empezó a trabajar diferentes materiales y a fabricar diversos instrumentos. Pero aún no se conoce cuándo, ni cómo ni dónde se produjo.

Actualmente se considera que como el hombre y el lobo eran cazadores sociales, competían por las mismas presas, pero al ser demasiado grandes y pesadas para ser transportadas enteras hasta los poblados, eran evisceradas y descuartizadas en el lugar donde se habían abatido. Estas vísceras y otros restos de las cacerías eran aprovechadas por los lobos, que se podían alimentar sin tener que gastar energía para cazar. De esta manera el alimento dejaba de ser un motivo de competición y pasaba a ser un reforzador entre las dos especies.
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