Bulling en Argentina

Para entender el nivel de violencia escolar que hay en nuestros días, primeros debemos hacer un estudio de lo que significa la agresión y la violencia en sus distintos tipos, para luego entrar en los distintos factores que conducen al clima vivido en el ambiente escolar.

Graciela Cosentino
Graciela Cosentino
6 de June · 9789 palabras.
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🕘 Resumen

La violencia y agresión escolar son fenómenos complejos que requieren una definición precisa. La agresión se define como un comportamiento socialmente destructivo o afrentoso, que puede ser hostil o instrumental. La violencia, por otro lado, es una acción intencional que causa daño físico, psicológico o moral a una persona o grupo. En la actualidad se busca entender cuáles son los factores que contribuyen al clima de violencia en el ambiente escolar. A menudo las formas de violencia son sancionadas por la ley o la sociedad, pero en algunos casos no son percibidas como tales debido a que falta la inscripción psíquica que permite discernir lo permitido de lo prohibido. La comprensión adecuada de estos conceptos es crucial para abordar el problema de la violencia en las escuelas y desarrollar estrategias efectivas de prevención y solución. Es necesario trabajar en la promoción de valores y habilidades sociales en los estudiantes y fomentar la participación activa de los padres y la comunidad educativa en la prevención de la violencia escolar.


Introducción:

Para entender el nivel de violencia escolar que hay en nuestros días, primeros debemos hacer un estudio de lo que significa la agresión y la violencia en sus distintos tipos, para luego entrar en los distintos factores que conducen al clima vivido en el ambiente escolar.

Definiciones de Agresión:

Comportamiento socialmente definido como afrentoso o destructivo. Se diferencia la agresión hostil, que tiene como propósito infligir deliberadamente un daño o sufrimiento a otra persona, de la agresión instrumental, que persigue otro objetivo, que puede ser una recompensa de cualquier tipo (monetaria, adquirir un puesto, etc.) y que no se refuerza con el sufrimiento del otro sino que se es indiferente ante el mismo.

ataque no provocado o un acto belicoso y también la práctica o hábito de ser agresivo o belicoso. Para la psicología es una tendencia o conducta hostil o destructiva. Dollard afirma que es cualquier secuencia de conducta cuya respuesta de meta es el daño a la persona a la que se dirige.

Definiciones de Violencia:

La violencia es una acción ejercida por una o varias personas, en donde se somete de manera intencional al maltrato, presión, sufrimiento, manipulación u otra acción que atente contra la integridad tanto física como psicológica y moral de cualquier persona o grupo social.

Es un comportamiento deliberado, que provoca, o puede provocar, daños físicos o psíquicos a otros seres, y se asocia, aunque no necesariamente, con la agresión, ya que también puede ser psíquica o emocional, a través de amenazas u ofensas. Algunas formas de violencia son sancionadas por la ley o por la sociedad, otras son crímenes. Distintas sociedades aplican diversos estándares en cuanto a las formas de violencia que son o no son aceptadas.
Acto violento: “es aquel que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia”. Entendemos por legalidad a la inscripción psíquica, exquisitamente humana, que permite situar y discernir aquello que sí se nos está

permitido hacer y/o decir de aquello que de ninguna manera lo está.

Esta dimensión se vive a través de una ley simbólica interna, que permite  a las personas orientarse, establecer lazos regulados con los otros y, en definitiva, llegar  a convertirse en un ser humano plenamente.

La ley simbólica se internaliza entre la temprana niñez y el final de la adolescencia.

Fases de la Violencia:

Fase de tensión creciente: Esta fase está dada por la acumulación diaria de tensiones causadas por situaciones conflictivas, las cuales son reprimidas o minimizadas bajo sentimientos de desesperanza, disgusto y depresión.

Fase de explosión: En esta fase la acumulación y represión de tensiones, se concentran en un solo momento, cuando la persona estalla emocionalmente, por medio de actos violentos o agresiones físicas, verbales, emocionales o sexuales.

Fase de remordimiento: La culpa consume al victimario, al darse cuenta de la agresión perpetrada, quien en un primer momento se excusa por sus actos, causándole un daño irreparable a su autoestima, facilitando el inicio de estas tres fases cíclicas.

Tipos de violencia

Violencia directa: Llamamos violencia directa a la violencia física, aquella que tiene por objetivo destruir, neutralizar (herir o matar). Está referido a ′′agresiones físicas′′ (y otras formas). Se puede generar por muchos factores (múltiples formas de discriminación, intolerancia, competencia, territorialidad, nacionalismos, adicciones, etc.).

Violencia estructural: Consiste en agredir a una agrupación colectiva desde la misma estructura política o económica. Así, se consideran casos de violencia estructural aquellos en los que el sistema causa hambre, miseria, enfermedad o incluso la muerte a la población. Serían ejemplos aquellos Estados o países que no aportan las necesidades básicas a su población. Si nos remitimos a la definición de violencia como la aplicación de métodos fuera de lo natural a personas o cosas para vencer su resistencia, hablaremos

de un abuso de autoridad en el que alguien ′′cree′′ tener poder por sobre otro. Generalmente se da en las relaciones asimétricas, el

hombre sobre la mujer o el padre sobre el hijo, para ejercer el control. Si bien la más visible es la violencia física, manifestada a través de golpes, que suelen dejan marcas en el cuerpo (hematomas y traumatismos)

Violencia cultural: Se refiere a los aspectos de la cultura que aportan una legitimidad a la utilización de los instrumentos de la violencia que hemos nombrado anteriormente. Así, por ejemplo, se puede aceptar la violencia en defensa de la fe o en defensa de la religión. Dos casos de violencia cultural pueden ser el de una religión que justifique la realización de guerras santas o de atentados terroristas, así como la legitimidad otorgada al Estado para ejercer la violencia.

Violencia juvenil: Se refiere a los actos físicamente destructivos (vandalismo) que realizan los jóvenes y que afectan a otros jóvenes (precisemos, aquí, que los rangos de edad para definir la juventud son diferentes en cada país y legislación). En todos los países, los principales actores de este tipo de violencia son los hombres, y la educación social es tal que el joven violento lo es desde la infancia o temprana adolescencia. Sin embargo, la interacción con los padres y la formación de grupos, parches, galladas o pandillas aumenta el riesgo de que los adolescentes se involucren en actividades delictivas, violentas y no violentas (acción directa).

Violencia física: Se relaciona con el uso de la fuerza humana para deteriorar las condiciones de otro ser, objeto, o si mismo, abarcando golpes, cachetadas, empujones, patadas, heridas por armas de fuego, blancas, y todas aquellas que van en detrimento de la vida.

Violencia verbal y emocional: Son todos aquellos actos en los que una persona lastima psicológica y moralmente a otra, por medio de agresiones, gritos, desprecios, insultos, mentiras, irrespeto a la privacidad, irrespeto a sus creencias e ideas, comentarios sarcásticos y burlas que exponen a la víctima al público.

Violencia sexual: Abarca desde los ataques sexuales directos como violaciones, hasta la incitación a realizar actos de índole sexual sin el consentimiento de la otra persona, pasando por la violencia verbal dirigida al sexo, piropos obscenos, propuestas indecentes, entre otras.

-Como vemos, la violencia directa es clara y visible, por lo que resulta relativamente sencillo detectarla y combatirla. La violencia

cultural y la estructural, en cambio, son menos visibles, por lo que suponen más problemas a la hora de reconocerlas propiamente, como su origen y combatirlas.

Podemos encontrar que la violencia en la escuela es síntoma principal a una problemática severa que relaciona tanto al Estado, como a la educación, además de una proliferación de conductas violentas en la sociedad.

Este grave nivel de violencia es un indicador fundamental en nuestra sociedad, ya que las mismas señalan la combinación de grupos marginales, jóvenes, niños, y barrabravas con la adicción a diferentes sustancias toxicomanígenas en las que se destaca principalmente el paco, y se extiende en diferentes segmentos sociales que de a poco van afectando a las nuevas generaciones. Encontramos que la difusión de las armas en la sociedad también incide en el problema.

La cuestión de la violencia radica en el valor, y en el sentido de respetar las normas de convivencia, que actualmente se encuentran olvidadas.

-Como responsables de este turbio clima social encontramos responsabilidad en la acción de diversos actores:

Los Padres como agentes socializadores primarios, son los que tienen mayor responsabilidad con respecto a la educación de sus hijos, todo comienza desde el núcleo familiar, en la vinculación de valores y metas honorables para el buen desarrollo del niño. Es fundamental que el niño crezca en un ambiente social sano, estable, limpio de violencia y agresión familiar, respetándose los derechos del mismo, y formando, de esta manera, a un buen ciudadano.
Los padres deberían, en el limite de sus posibilidades, pasar mas tiempo con sus hijos, tratar de entender su nueva forma de hablar, escuchando sus problemas, que aunque parezcan menores a ellos los inundan de temor, así como también fijando nuevas normas de convivencia y estableciendo limites para acompañarlos y estar mas cerca de ellos.

La escuela como institución de carácter pública o privada, teniendo como objetivo principal la formación de jóvenes dignos, con valores, virtudes y buena convivencia , necesita poseer un cuerpo de docentes capacitados para poder instruir a los alumnos en los distintos temas establecidos en el plan de educación. Es fundamental que los educadores logren establecer una buena relación docente -alumno, para poder escucharlos y ayudarlos.

La Ciudad de Buenos Aires cuenta con 440 escuelas primarias de gestión estatal distribuidas en 21 distritos escolares; en las cuales encontramos por cada distrito un gabinete psicopedagógico, cada

uno de ellos se encarga de brindar apoyo y asesorar realizando entrevistas con directivos, niño y familia.
Cuando la situación lo amerite se realizan derivaciones a el EOE (Equipos de Orientación Escolar), que dependen de la Dirección de Salud y Orientación educativa.
Misión y funciones de los EOE:
Realizar tareas de prevención de problemáticas psicológico-pedagógico - sociales en el ámbito educativo y de promoción de la salud integral de la comunidad escolar.
Orientar, asesorar y apoyar al conjunto de los actores de la comunidad educativa en situaciones problemáticas a nivel grupal e institucional en el ámbito escolar.
Proveer el apoyo técnico-profesional en intervenciones diversas de carácter interdisciplinario e intersectorial, orientadas a la consecución del ingreso y permanencia de los alumnos en el sistema educativo, su promoción a niveles superiores de escolaridad y el mejoramiento de calidad de la oferta educativa.
Desarrollar acciones que posibiliten la convivencia democrática en los establecimientos escolares y la promoción de vínculos cooperativos con el conjunto de la comunidad educativa.
Los equipos son interdisciplinarios, están compuestos por profesionales de las áreas de Psicología, Ciencias de la Educación, Psicopedagogía y Servicio Social. Hay un equipo por Distrito Escolar que atiende escuelas primarias y el nivel inicial; dos de Adolescentes y Adultos y uno para el nivel medio que abarca escuelas normales y artísticas.

Los medios de Comunicación, estos en reiteradas oportunidades transmiten  mensajes que hacen creer que lo correcto es lo incorrecto, eso influye en la pérdida y la degradación de valores fundamentales.

También puede transmitir malos ejemplos como conductas violentas o destructivas (a través de programas, series y noticieros que muestran ese tipo de imágenes desvalorizando la vida humana).

Hallamos también en varios programas destinados a chicos, la excesiva discriminación que  provocan al intentar “dar un ejemplo” incorrecto, e incitan a realizar conductas inadecuadas cuando salen de ese contexto y se instalan tanto en el ámbito escolar como en su vida cotidiana. Los mismos provocan que los niños adopten esas conductas y quieran “imitar” a sus ídolos. Un claro ejemplo de esto es el actual programa “patito feo” difundido en todo el país, a pesar

de aparentar ser una simple emisión televisiva para jóvenes, se convierte en un mal ejemplo al ser distinciones entre las distintas “chicas” del colegio, donde claramente notamos la discriminación que se realiza entre feas, divinas, lindas, populares o como se las quieran llamar, constantemente se están agrediendo y nunca se trata de llegar a una buena relación entre ambas. En realidad eso es lo que vende el mercado y la gente compra.

Cada vez tenemos mejores y más medios para comunicarnos, cada día se nota más el analfabetismo funcional, el desinterés por el otro, la pérdida de la compasión, el aislamiento, el fraccionamiento de las luchas sociales y el “yo me ocupo de mi vida”, como si esta estuviera ajena a la interrelación social y cultural con la vidas de los demás.

Con respecto a la televisión notamos que se le ha dado una ponderación desproporcionada a un instrumento y esto está generando muchos problemas sociales porque estimula y profundiza la confusión y la pérdida de valores humanos ya existentes.

El Estado, constituye una función indelegable de éste brindar educación y establecer un control oportuno de los institutos educativos a nivel público y/o privados. Además de brindar una capacitación gratuita para dichos educadores.

Según la ley de educación 26.206 no brinda soluciones y ni siquiera plantea capacitar a los docentes para encarar el problema de la violencia escolar.

A su vez seria necesario un control estatal más efectivo con respecto a los medios de comunicaciones.

Internet  se denomina ciberbullying o e-bullying a una forma de acoso que se produce a través de Internet, mediante el uso de teléfonos móviles u otros medios tecnológicos como cámaras fotográficas o de video digitales, es decir usando las nuevas tecnologías la alcance también de nuestros niños y adolescentes. Una forma de violencia que nos hubiera parecido imposible años atrás.

En los últimos tiempos se da con frecuencia este fenómeno, siendo común que los adolescentes sean capaces de unirse  y empiecen a pegar, insultar y humillar a sus compañeros,  grabando esas imágenes en teléfonos móviles, o con cámaras y después las enseñen y divulguen por la web, con la finalidad de someter a otros o de divertirse en una forma distorsionada y morbosa.

Muchos de los videos subidos retratan lo que realmente suceden entre los estudiantes.

Estadísticas:

Cabe destacar que según lo analizado el 15% de los chicos del nivel primario, tienen problemas psicológicos serios.

Según La Organización Mundial de la Salud (OMS) el desarrollo humano depende de la salud positiva de las comunidades, especialmente en cuestiones asociadas a la salud mental. Casi la mitad de los chicos que van a la primaria tienen algún problema psicológico.

Para conocer el estado de salud mental de los chicos argentinos, el Ministerio de Salud encargó un estudio a las universidades nacionales, los datos obtenidos fueron los siguientes:

-15,3% esta en situación de alta vulnerabilidad psicológica. (El 4,3% en muy alta vulnerabilidad).
-28,3% en vulnerabilidad mediana.
-46% tiene algún nivel de agresividad.
-43% ansiedad y depresión.
-41% problemas sociales y de atención.

Por otra parte en una encuesta realizada por el Ministerio de Educación en el 2006 en las principales ciudades del país, se reveló que los niños y adolescentes de entre 6 y 16 años tienen anualmente---en promedio--- unas mil horas de clase, pero en ese periodo pasan poco mas de 1.500 horas frente a una pantalla de televisión o frente a una computadora.



Casos Puntuales:

- Villa Gesell:
Una tragedia ocurrida en un colegio en la que un chico de 17 años mato a un compañero de 18.

Un adolescente de 15 años apuñalo y asesino a otro, de 16, durante una discusión que mantuvieron cuando salían de la escuela.

Según fuentes policiales se produjo un forcejeo hasta que la victima y el otro menor cayeron al piso. El chico de 15 años saco un cortaplumas y apuñalo en el pecho al compañero.

-Las Toninas:
Un chico de 13 años llevo a la escuela una replica de una pistola con el objetivo de amenazar a un compañero, fue detenido por la Policía y luego devuelto a sus padres.

-Córdoba:
Sus compañeros lo amenazaban para que se “rateara”.
Un chico contó que en el aula, algunos compañeros lo insultan, y basurean todo el tiempo.

El joven desde que comenzaron las clases comenzó a estar más nervioso y ahora no quería volver porque tenía miedo. No hubo violencia física, pero si amenazas verbales para que no entrara a clase.

-Masacre de Carmen de Patagones:
En Carmen de Patagones, un alumno de 15 años mató a tres compañeros e hirió a otros cinco, les disparó en su aula con una pistola calibre 9 milímetros de su padre ( muerto unos meses antes) que era suboficial de la Prefectura Naval, este hecho causo dolor y consternación en la ciudad. Se determinó su inimputabilidad debido a su edad.
Le decían "Pantriste". Así lo habían bautizado las chicas del curso inspirándose en el personaje principal de una película de dibujos animados de Horacio García Ferré, estrenada a mediados de 2000.
Flaco, desgarbado y retraído  - como el personaje de la película- - Romero era centro de las burlas de sus compañeros.



Odiaba su sobrenombre y, de acuerdo con los investigadores, las constantes cargadas y bromas sobre su forma de ser fueron el detonante del crimen.

La duda sobre el estado mental del acusado se origina en las discrepancias entre dos pericias psiquiátricas ordenadas por la Justicia. La primera consideró que tenía una personalidad "pobremente estructurada" pero sabía perfectamente lo que hacía. La segunda concluyó que había obrado "fuera de sí".

En una celda, Javier Romero pasó los siguientes siete meses, hasta que lo trasladaron a Sierra Chica un establecimiento de máxima seguridad. Para protegerlo, los otros 29 menores que comparten el lugar no saben quién es ni qué hizo.

Conclusión:

La violencia es una conducta que afecta a todos en la sociedad. Esta está destruyendo valores sociales que son necesarios para la convivencia en armonía.
Es por esto que se hace necesario que se manejen de manera adecuada cada una de las particularidades de las familias envueltas en un ambiente de violencia.
Es necesario que se intervenga de inmediato en el manejo del conflicto y que se realicen planes de mejoramiento de convivencia familiar. Tanto para la victima como para el victimario, pues ambos sufren las consecuencias del acto violento.

También es necesario que el Estado tome acción en la erradicación del mal de la violencia. Poniendo en verdadero cumplimiento las leyes que existen al respecto y no dejarlo como letra muerta. Es necesario que la comunidad acuse al victimario y no se haga parte de un silencio extenso que lleve a consecuencias fatales como la muerte.

Este mal no se arregla removiendo menores de sus hogares, ni llevando a la prisión al que comete la violencia, es necesario una educación de valores cívicos y morales y un buen sistema de ayuda a la salud mental de la sociedad en general.

Una mirada al interior de las Instituciones nos permiten dar cuenta de que lo que sucede en ellas no es ajeno a lo que pasa afuera, la escuela es un reflejo de la sociedad, y esto lo reconocemos todos y cada uno de los miembros que trabajamos en ella. Las desigualdades sociales, culturales, económicas; la lucha por el poder, la fuerza del sometimiento hasta llegar a la reducción, nos afecta y no podemos dejar

de creer que es posible que cada uno desde su lugar pueda lograr un cambio

Las distintas instituciones entraron en crisis. Las experiencias vinculares del entorno familiar se alteraron. La familia como espacio de contención, de formación, ha sufrido cambios y perdió significatividad. Los padres no acompañan a sus hijos, no asumen sus deberes como formadores y guías. Son comunes las situaciones familiares conflictivas y desarticuladas, con niveles importantes de violencia en dicho entorno. Entonces el chico reproduce muchas veces lo que ve en su hogar, o actúa por todo lo que no tiene, especialmente si carece de lo afectivo.

Se diluyó el rol docente relacionándolo con lo específicamente pedagógico, para pasar a ser en forma constante mediador, contenedor, árbitro en la resolución de conflictos.
De esta manera, la violencia se engendra fuera del ámbito escolar, pero sus efectos están adentro de la escuela.
Como hemos podido ver la violencia escolar abre un espectro muy amplio de conductas, desde la agresión verbal , pasa por la falta de respeto mutuo entre distintos integrantes de la Institución, por el atropello a los derechos del otro, por el desprecio y el hostigamiento hacia el más débil o el diferente, la discriminación, la segregación dentro de los grupos y sigue con reiterados actos que parecen sencillos, pero por acumulación degradan la calidad de vida de todos los actores del sistema educativo, alterando el ánimo.

La violencia para ser diluida necesita de una práctica diaria y constante por parte de los adultos, que escuchen a los chicos y que tengan una mirada valorativa, considerándolos "sujetos de derecho, sujetos de palabra". Aunque podemos ver en el aspecto legal que esto se esta considerando y hasta legislando, distamos mucho de una aplicación práctica que la sociedad necesita con gran urgencia.





BIBLIOGRAFÍA:

La Educación en Nuestras Manos: Revista Pedagógica de los Trabajadores de la Educación. Año 5. Nº 43.

La Educación en Nuestras Manos: Revista Pedagógica de los Trabajadores de la Educación. Año 6. Nº 48

FREIRE, Pablo. La educación como práctica de libertad. Buenos Aires: Siglo XXI Editores

LIMEN. Revista de actualización docente. Kapeluz : Buenos Aires, 2005. Etapa 3 Nº 2

DUSCHATSKY Silvia y COREA Cristina. Chicos en banda : la construcción de la subjetividad en el declive de las Instituciones. 3ª reimp.—Paidós : Buenos Aires, 2005

http://www.nacionhumana.org/index.php?option=com_content&task=view&id=98&Itemid=43 ( medios de comunicación)

http://www.oni.escuelas.edu.ar/2001/bs-as/violencia/paginas/violenci.htm  (definiciones, fases y tipos de violencia)

http://orgf.freeservers.com/panmuerto.htm (pantriste)

http://www.lanacion.com.ar/archivo/nota.asp?nota_id=640537&orgen=relacionadas (pantriste)

http://www.clarin.com/diario/2005/02/25/sociedad/s-03601.htm

Artículos de la Nación, Clarín, de diversas fechas.

Definiciones de www.wikipedia.org

1
Primer aproximación a la violencia escolar en la Argentina1
por Cecilia Lavena
Introducción
Son muchas las evidencias registradas en el mundo de las nuevas formas que adopta la
violencia física en el ámbito de la escuela. Vale la pena mencionar algunas a modo de
ejemplo de su grado de extensión.
En Estados Unidos, en abril de 1999, 15 alumnos y profesores perdieron la vida en
manos de dos alumnos armados en la Columbine High School del Estado de Colorado. El
Departamento de Justicia norteamericano junto con el Departamento de Educación
elaboró un informe que sirviera de guía para reducir la violencia en la escuela, una que
incluye la detección de los signos que relacionan violencia con comportamientos
perturbadores y las formas de acción para prevenirlos.
En Francia, el problema adquirió tal magnitud que dio lugar a la creación, en 1998, del
Observatorio Europeo de la Violencia Escolar, centro de investigaciones para el estudio del
fenómeno de la violencia escolar y urbana. Recientemente en Le Monde de L´éducation, Rémi
Barroux (2001) constata que la violencia continua siendo un desafío permanente del
sistema escolar francés; 6240 agresiones graves denunciadas por trimestre por los liceos y
colegios a la justicia, 17% de los establecimientos declaran un hecho grave y 6% dos hechos
graves2.
La Argentina no escapa a estas realidades. Desde 1997 los medios de comunicación
comenzaron a registrar los hechos de violencia ocurridos en las instituciones educativas de
la Argentina. Alumnos que llevan armas a la escuela y las usan dentro de sus límites. Robos
de computadoras, televisores o reproductores de video y aulas incendiadas por los propios
alumnos. Alumnas que se cortan la cara con trinchetas. Profesores que atan con cinta
adhesiva a sus alumnos o abusan sexualmente de ellos. Un adolescente que acuchilla a una
profesora causándole la muerte3. Actos que van desde el robo de bienes materiales a la
agresión física de las personas que forman parte de la institución escolar también son parte
del día a día escolar. Tanto en establecimientos públicos como privados, alumnos y
docentes se ven envueltos en incidentes que culminan en agresiones verbales y en lesiones
físicas. Aquello que durante muchos años han sido bromas pesadas entre alumnos y
pequeños actos de indisciplina hacia los profesores ha dado paso a lo que hoy se describe
como violencia escolar.
Las manifestaciones de la violencia en las instituciones educativas en la Argentina se
insertan en el debate de los últimos años acerca de la falla de la escuela en cumplir con una
de sus funciones primordiales: la socialización e incorporación de los individuos a la vida
social activa. Como espacio de contención a la vez que normalizador de los individuos en
tanto futuros ciudadanos la escuela enfrenta nuevos desafíos. Después de décadas de
fortísima expansión y democratización educativas, mantener y afianzar el carácter
"inclusivo" de la escuela parece ser prioritario (Instituto Internacional de Planeamiento de
1 Este artículo presenta los resultados de la investigación sobre Violencia escolar en la Argentina: “¿La
violencia va a la escuela? Una mirada a la violencia escolar en la Argentina” (Noviembre de 2002) dirigida por
la Dra. Catalina Wainerman, presentada y defendida en el marco de la Tesis de graduación de la Maestría en
Educación de la Universidad de San Andrés.
2 Balance establecido durante el año 1998-1999 por el Ministerio de Educación Nacional francés.
3 Estos son algunos de los hechos de violencia escolar registrados por los diarios La Nación y Clarín entre
1997-2001.
2
la Educación 2001). Así, las medidas de atención a la diversidad, el aprendizaje de la
convivencia, la educación en actitudes y valores, se muestran como acciones irrenunciables
para la educación institucionalizada.
Indagar acerca de las situaciones que viven las instituciones educativas en la Argentina
de hoy significa tratar de comprender las modalidades en que éstas son impactadas por la
violencia que atraviesa a todas las instituciones que forman parte de la sociedad. ¿Estamos
en presencia de una violencia brutal?, ¿qué es lo novedoso de la violencia escolar actual?,
¿dónde sucede?, ¿quiénes son los actores involucrados? y, ¿qué formas adopta?.
Son múltiples las definiciones y enfoques a los que ha dado lugar el término
“violencia”. La literatura consagrada al análisis de la violencia en las instituciones de la
educación no le asigna un significado unívoco. La inquietud de los actores sociales alimenta
el fenómeno al igual que las manifestaciones mismas de los hechos de violencia.
Adoptamos como primera definición de la violencia escolar en la Argentina, aquélla que
considera todo acto por el cual un individuo o grupo utiliza la fuerza física, armas o la
coacción psíquica o moral en contra de sí mismo, de objetos o de otra persona o grupo
provocando como resultado la destrucción o daño del objeto y la limitación o la negación
de cualquiera de los derechos establecidos de la persona o grupo dentro de la comunidad
escolar (Abraham y Grandinetti 1997). La misma aborda los aspectos específicos que
definen la presencia de las manifestaciones de los hechos de violencia registrados a partir de
la descripción de: su ámbito de ocurrencia (Neufeld 2001); las características en términos de
sexo, edad y rol en la institución de los actores involucrados (Moreno Olmedilla 1998,
Fernández 1999 y Olweus 1998), el tipo de fuerza ejercida en el acto violento y sus
consecuencias en términos del daño ocasionado (Lolas 1991, Debarbieux 1996 y
Dupâquier 1999).
La investigación acerca de la violencia en las instituciones educativas llevada a cabo en
Estados Unidos y en Francia se ha basado en las estadísticas provenientes de encuestas que
indagan el “clima escolar” (Debarbieux 1996) y el fenómeno de victimización4. No existen
en la Argentina relevamientos estadísticos equivalentes, sólo fuentes indirectas del
fenómeno. Los estudios realizados hasta el momento están destinados a probar
instrumentos o a indagar formas de expresión de la violencia en la escuela. Esto indicaría
un incipiente desarrollo en el estudio de dicha temática y la ausencia de registros oficiales
acerca de la extensión y las formas del fenómeno de la violencia escolar en la Argentina5.
Consecuentemente, los hechos registrados por la prensa escrita valen como una primera
aproximación al estudio de la violencia escolar.
En el presente artículo presentaremos los resultados producidos al indagar la magnitud
y modalidades que viene adoptando la violencia escolar en el país desde 1997 a partir del
estudio del registro producido por los diarios, La Nación y Clarín, acerca de los hechos de
violencia en las instituciones educativas en la Argentina del último quinquenio.
4 Olweus, Dan (en Abraham y Grandinetti: 1998, p. 8), “un estudiante es victimizado cuando está expuesto
repetidamente, y por un cierto período de tiempo a acciones negativas por parte de uno o más estudiantes.
Tales acciones negativas pueden ser realizadas con contacto físico, palabras, o de otros modos, como gestos o
muecas y una intencional exclusión por parte de un grupo. Existe desequilibrio de fuerzas; una relación
asimétrica de fuerzas por la que el estudiante que está expuesto a acciones negativas tiene dificultades para
defenderse”.
5 Vale la pena aclarar que a pesar de no existir registros detallados de los hechos de violencia escolar y sus
formas si existen iniciativas insitucionales que pretenden “solucionar” el fenómeno con una amplia variedad
de misiones y funciones. Para un detalle de las mismas ver: Filmus (2003).
3
Marco conceptual
Las experiencias de violencia escolar ocurridas en las escuelas argentinas sugieren que el
concepto de la escuela como santuario se ha desdibujado. No se trata de hechos aislados
sino que reflejan la violencia que la sociedad en general y las instituciones educativas en
particular venían detectando como un fenómeno preocupante. Se trata de situaciones de
violencia en las que un individuo o grupo, utiliza el poder que detenta, con el fin de vencer
o alienar la voluntad, y de borrar la legalidad propia en que se funda la autonomía del otro.
En la mayoría de los casos resulta difícil negar que estemos en medio de una situación así
definida, debido a la fuerza con que se expresa la violencia, a los efectos que produce en
quienes la sufren, y por las actitudes que impone a quienes la ejercen. Más allá de que el
modo en que se presente la violencia sea brutal, salvaje o sin piedad, o que lo haga como un
desarrollo más o menos visible y paulatino, o sutil y silenciosa, su génesis siempre es
compleja y confusa.
La violencia escolar se define por las características objetivas del mismo hecho violento, así
como también por cómo es percibida por los sujetos involucrados. En tanto hecho objetivo,
consideramos violencia escolar a todo acto por el cual un individuo o grupo utiliza la fuerza
física, las armas o la coacción psíquica o moral en contra de sí mismo, de objetos o de otra
persona o grupo, provocando como resultado la destrucción o daño del objeto y la
limitación o la negación de cualquiera de los derechos establecidos de la persona o grupo
dentro de la comunidad escolar. La representación social de la violencia como hecho
objetivable (Michaud 1986) supone una concepción de la noción de violencia en dos sentidos:
como ataque físico y como transgresión o violación a las normas.
El estudio de la violencia en este sentido centra la mirada en la forma de los hechos
violentos y concibe a la violencia como “el empleo deseado de agresividad con fines
destructivos: agresiones físicas, peleas, conflictos” (Jurandir Freire Costa 1984, en Neufeld
2001, p. 67-68). La misma se expresa en la brutalidad de la acción ejercida y en las
consecuencias materiales que esta adopta.
En estos términos, Chesnais (1978, en Michaud 1986, p. 10) identifica la violencia
cuando:
“en una situación de interacción, uno o muchos
actores actúan de manera directa o indirecta, en masa
o distribuidos, atentando contra uno o muchos otros
en grados variables sea contra su integridad física,
moral, posesiones, o en sus participaciones simbólicas
o culturales”.
Esta noción tiene en cuenta diversas cuestiones. Inicialmente considera el carácter
complejo de las situaciones de violencia en la cual pueden intervenir múltiples actores, y
distingue la cantidad de actores involucrados en la interacción La violencia no es un
enfrentamiento entre adversarios sino el efecto de una empresa en la cual están implicados
uno o varios sujetos.
Luego menciona la magnitud de la fuerza utilizada en las modalidades más o menos
directas de producción de la violencia. No es lo mismo acuchillar, fusilar, firmar una orden
de ejecución o bombardear una ciudad.
También tiene en cuenta la distribución temporal de la violencia, de golpe (masas) o
lentamente (distribuida). Finalmente, señala que existen distintos tipos de ataques.
Atentados físicos más o menos graves, atentados psíquicos o morales más difíciles de
4
circunscribir pero reales, atentados a los bienes que pueden poner en riesgo la capacidad de
supervivencia (material) y a las pertenencias culturales.
En la percepción de los sujetos involucrados, la violencia dependerá de cómo dicho acto
es decodificado como tal por una víctima o por un observador que interpreta el hecho
(Debarbieux 1996). La violencia según este criterio no es un conjunto de hechos
objetivables, totalmente describible por un observador exterior según una taxonomía fija.
La violencia es antes que nada una representación social dependiente de las condiciones
socio históricas determinadas.
Siguiendo este criterio, Debarbieux (1996) conceptualiza la violencia como: “la
desorganización brutal o continuada de un sistema personal, colectivo o social que se
traduce en una pérdida de integridad que puede ser física, psíquica o material” (Debarbieux
1996, p. 45-46). Esta desorganización puede operarse por agresión, uso de la fuerza,
consciente o inconsciente, pero puede existir violencia, desde el punto de vista de la víctima
sin que exista necesariamente agresor ni intención de perjuicio. La violencia es dependiente
de los valores, los códigos sociales y las fragilidades personales de las víctimas. Puede
actualizarse en los crímenes y delitos (contra la humanidad, contra las personas, contra los
bienes individuales o colectivos) en las incivilidades o en el sentimiento de violencia que
abolen los límites protectivos de los sujetos individuales y sociales que las padecen
Tal como lo mencionamos con anterioridad, en la Argentina no existen relevamientos
estadísticos basados en encuestas que indagan el “clima escolar” y el fenómeno de
victimización, sólo fuentes indirectas del fenómeno. Consideramos al registro de los hechos
de violencia escolar de la prensa escrita como una primera aproximación al estudio de la
violencia escolar.
Los datos que se presentan a continuación tienen la intención de arrojar luz sobre la
magnitud y características de los hechos de violencia ocurridos en las instituciones
educativas en la Argentina desde 19976 hasta la actualidad, con el propósito de poder
contribuir a pensar políticas educativas preventivas acordes con la realidad de dichos
hechos.
Principales hallazgos
¿Qué podemos aprender de una mirada a los registros producidos por La Nación y
Clarín acerca de los hechos de violencia ocurridos en las escuelas durante el quinquenio
1997-2001? ¿En qué medida ha cambiado la frecuencia y modalidades de la violencia entre
alumnos y entre alumnos y docentes en los últimos años?
Aunque los delitos en el medio escolar aparecen en menor cantidad que lo previsto no
podemos ignorar la emergencia de una toma de conciencia de su presencia por parte de la
opinión pública. A diferencia de la percepción que se tiene socialmente, los resultados no
evidencian un aumento considerable en los hechos de violencia escolar año tras año,
aunque sí señalan estacionalidad en su ocurrencia.
Las fluctuaciones en la frecuencia de ocurrencia de los hechos de violencia escolar
podrían relacionarse con otros indicadores que hacen al entorno socioeconómico en el que
está inmersa la escuela. Es decir, el aumento o la disminución de la violencia intraescolar
podría deberse a las variaciones en las condiciones del entorno escolar, y a la porosidad de
6 No se ha identificado ningún registro de noticias relativas a la “violencia escolar” en los diarios
seleccionados hasta 1997, lo que indica que recién entonces adquiere status de problema social.
5
los límites entre estos dominios: la escuela, el hogar y el barrio7. El riesgo de ocurrencia de
violencia en la escuela, ya sea por factores ambientales (familiares y comunitarios),
personales o conductuales, es mayor en la primer parte del año. Este dato resulta de
especial importancia a la hora de llevar adelante políticas de prevención entorno a esta
problemática. Podríamos conjeturar que esto se debe al extenso período de vacaciones de
verano que antecede el comienzo de las clases. Muchas veces resulta difícil para los
docentes establecer normas de convivencia y de disciplina luego de un extenso período de
ocio.
Aspectos micro-sociales
Algunos autores sugieren que la violencia escolar está vinculada fuertemente a la
violencia de las zonas urbanas. Esta característica se ha encontrado con mayor frecuencia
en los países donde se ha desarrollado la mayoría de la investigación en la materia. En
Estados Unidos, la cantidad de estudiantes urbanos asesinados dentro o cerca del espacio
escolar es nueve veces mayor que aquélla de las pequeñas ciudades o comunidades rurales.
En la Argentina, la violencia escolar ocurre preferentemente en las jurisdicciones con
mayor cantidad de población (Provincia de Buenos Aires, Provincia de Córdoba y Ciudad
Autónoma de Buenos Aires), dado el alto intercambio social que propician estas zonas.
Aspectos micro-institucionales
Existe el supuesto generalizado de que la violencia escolar afecta las instituciones que
han sufrido más directamente el deterioro económico de los últimos años.
Consecuentemente se tiende a asociar el descenso de la calidad de las escuelas públicas con
el aumento en la ocurrencia de los hechos de violencia escolar en las mismas. Sin embargo,
los diarios no apoyan este supuesto evidenciando que aparentemente la violencia vernácula
o delictiva en la escuela ocurre en ambos sectores y no es exclusiva del sector público.
El sistema educativo, desde sus inicios, ha asumido diversas formas y transformaciones
en función del significado y rol que el mismo ha jugado en cada sociedad en momentos
históricos diferentes. No ha sido ajeno al modo en que la cuestión social se plantea en cada
sociedad, ya que las instituciones educativas aparecen con la función de impartir
conocimientos a sectores restringidos de su población. La emergencia de comportamientos
violentos en el contexto de la escuela resulta relevante como un nuevo problema social, y es
en el sector público de enseñanza dónde se ha señalado la emergencia del fenómeno, al
menos con sus características más visibles y preocupantes. Esto no implica que, asumiendo
otras formas y gestionada con otros recursos, la misma no se haga presente en los centros
de gestión privada de enseñanza. La similitud entre la distribución de los hechos de
violencia y la distribución de los establecimientos escolares según sector, sugiere que la
pertenencia a uno u otro sector no incide sobre una mayor o menor ocurrencia de la
violencia escolar. Consecuentemente, el fenómeno de la violencia escolar parece ser
independiente del sector al que pertenecen las escuelas.
Dentro de la escuela la violencia reaccional (Souto 2001) se manifiesta más abiertamente
en el nivel medio de enseñanza y en el espacio del aula. El pasaje de la escuela primaria a la
secundaria produce la inscripción de la conducta disruptiva (incivilidad) en los jóvenes.
Podría pensarse que la mayor ocurrencia de los hechos de violencia en la escuela media
constituye la transgresión o ruptura de normas sociales de la vida en comunidad, la
7 La violencia intraescolar se fusiona con la presencia de violencia intrafamiliar y con la delincuencia.
6
incivilidad. La violencia presente en la escuela media posee un carácter depredador cuyo
sentido es la destrucción del otro, de los objetos del mobiliario, etc. Se trata de la resistencia
juvenil a las normas dominantes bajo la forma agresiva y violenta (Debarbieux 1999, p. 34).
Esta resistencia es más frecuente, en la Argentina, en los espacios internos a la escuela que
han mostrado ser el ámbito privilegiado de conflicto con la autoridad. De esta manera, la
relación pedagógica se ve vulnerada generando una ruptura del sistema de enseñanza e
imposibilitando la creación de un clima de convivencia en el aula.
Una de las interpretaciones posibles para explicar la ocurrencia de los hechos de
violencia en el espacio áulico pueden ser sugeridas en este punto. La presencia de estas
conductas disarmónicas podría deberse a la pérdida de autoridad del docente respecto de
las sanciones a aplicar frente a los actos de indisciplina. En la actualidad la escuela parece
vivir en un estado de non-droit en el cual la sanción resulta inoperante. La institución escolar
está impedida de reglar internamente sus problemas de disciplina. Cabe entonces
preguntarse cuales son las formas de “civilidad” de la escuela, en especial teniendo en
cuenta que la relación pedagógica implica siempre una relación de fuerza.
De los autores y las víctimas de los hechos de violencia escolar.
Los registros de los diarios demuestran que se trata de victimarios y víctimas
individuales involucradas en los hechos de violencia intraescolar, lo cual permite descartar la
presencia del fenómeno de pandilla (gang).
La pareja victimario-víctima de violencia escolar está compuesta frecuentemente por
hombres, aunque las mujeres no están exentas. Se trata en la mayoría de los casos de
agresiones entre alumnos, que tienen entre 13 y 18 años de edad.
Los resultados de las investigaciones realizadas en Francia desde 1994 mostraron que el
70% de los victimarios y el 60% de las víctimas son varones. Una encuesta suministrada a
1032 jóvenes entre 13 y 18 años del área metropolitana de San Salvador, El Salvador, que
cursaban entre 7mo grado y 3er año del bachillerato, arrojó resultados similares: son mucho
más agresivos los hombres que las mujeres. En Estados Unidos, el 83% de las víctimas de
homicidio o suicidio en la escuela fueron de sexo masculino.
En la Argentina, los hechos registrados por los diarios año tras año evidencian que los
actores involucrados en los hechos de violencia escolar son mayoritariamente varones (53%
de los casos entre 1997-2001). En el mismo período, sólo en un 16% de los casos la pareja
de actores está compuesta por miembros de diferente sexo y en un 15% de los casos por
mujeres. Si tenemos en cuenta que, tal como lo registran los diarios, la mayor frecuencia de
los hechos violentos sucede en la escuela media (31% de los casos) y entre los varones
adolescentes, podríamos suponer que se trata de un conflicto relacionado con el uso de la
fuerza como forma de reafirmar la personalidad.
Respecto de las conductas antisociales vinculadas al rol de alumno podríamos
conjeturar que estamos en presencia del fenómeno de bullying: situaciones en las cuales uno
o varios escolares toman como objeto de su actuación injustamente agresiva, a otro/a
compañero/a y lo someten, por tiempo prolongado, a agresiones físicas, burlas,
hostigamiento, amenazas, aislamiento, etc. y se aprovechan de su inseguridad, miedo y
dificultades personales para pedir ayuda o defenderse (Fernández 1999, p. 47). Suponen un
tipo particular de interacción desviada entre niños y jóvenes en la que un actor es
protagonista de actos de agresión y crimen, y el otro se encuentra, a pesar de él, en el rol de
7
víctima y de perseguido. Esto es lo que Olweus (1998, p. 25) define como victimización, es
decir:
“la exposición repetida, y por un cierto período de
tiempo, a acciones negativas por parte de uno o más
estudiantes. Tales acciones negativas pueden ser
realizadas con contacto físico, (...) gestos o muecas y
una intencional exclusión por parte del grupo”.
Un alumno es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto, de forma
repetida y durante un tiempo, a acciones que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos. Por
acción negativa entiende cuando alguien causa intencionalmente un daño, hiere o incomoda
a otra persona. Lo mencionado destaca la repetición en el tiempo, aunque en determinadas
circunstancias se puede considerar agresión intimidatoria a una situación más grave de
hostigamiento. En el contexto de las intimidaciones entre escolares, el objetivo suele ser un
alumno individual. Puede ser un caso de acoso directo, ataques abiertos a la víctima y acoso
indirecto, ataques en forma de aislamiento social y de exclusión deliberada de un grupo.
Por otra parte, es importante considerar que los hechos violentos no excluyen a los
docentes, los conflictos entre docentes y alumnos si bien son poco frecuentes están
presentes desde 1997 en el marco de las instituciones escolares en la Argentina.
Dos cuestiones resultan esenciales. Por una parte, el desarrollo de las violencias
dirigidas hacia los docentes, en el aula, pone en discusión la relación pedagógica hasta la
posibilidad misma de enseñar. La pérdida de credibilidad didáctica de los docentes es uno
de los indicadores sin duda más inquietante. Por otra parte, los actos de delincuencia han
cambiado de naturaleza. Parecen más violentos, más duros de ser vividos por las víctimas
(ver Gráfico 1).
Gráfico 1. Rol en la institución de las parejas de actores involucrados en los hechos de
violencia escolar.
Fuente: Elaboración propia en base a La Nación y Clarín, 1997-2001.
Nota: Sólo se incluyeron las víctimas personales de los hechos de violencia escolar.
Los hechos de violencia ocurridos en la Argentina entre 1997-2001 son los signos de
violencia antiescolar cuya consecuencia se observa en los daños físicos infringidos tanto a las
3,60%3,6%
10,7%
69,0%
7,1%
5,9%
0,0%
10,0%
20,0%
30,0%
40,0%
50,0%
60,0%
70,0%
1997-2001
Director-alumno
Docente -alumno
Alumno-Docente
Alumno-Alumno
Externo a la instituciónalumno
Externo a la institucióndocente
8
víctimas personales, como aquéllos daños materiales producidos contra la propiedad
escolar. Se trata de aquéllos hechos calificados por el lenguaje jurídico como delitos contra las
personas y contra la propiedad (Michaud 1986, p. 9). Esto agrava los hechos de violencia escolar
pues los mismos adquieren la categoría de penalisables.
Las consecuencias de este tipo de violencia interpersonal pueden ser altamente nocivas
para los agentes involucrados. Para la víctima, puede convertirse en motivos de trauma
psicológico, riesgo físico, causa de profunda ansiedad, infelicidad, problemas de
personalidad y, en definitiva, un sinfín de insatisfacciones y riesgos innecesarios y lesivos
para el desarrollo de cualquier individuo. También tiene implicancias escolares tales como
el fracaso escolar y la pobre concentración, ausentismo, sensación de enfermedad
psicosomática debido al estrés, que se manifiesta al llegar la hora de ir al colegio. Para el
agresor puede ser la antesala de una futura conducta delictiva, una interpretación de la
obtención del poder a base de la agresión que se perpetúa en su vida adulta, una
supravaloración del hecho violento como socialmente aceptable y con recompensa.
Algunos toman parte de la victimización de forma activa y en ocasiones la actitud y
comportamiento intimidatorio se convierte en una parte esencial de la relación entre
iguales, lo que les coloca en una posición de desarrollar estrategias abusivas como medio de
relación con otras personas.
Características del acto.
El registro de los diarios señala la existencia de consenso en la descripción de la forma
que adoptan los hechos de violencia en los últimos cinco años. El uso de la fuerza se
materializa a través de la utilización de un arma blanca o de fuego. La presencia de armas
en el ámbito escolar constituye el rasgo más novedoso tanto para las investigaciones
realizadas en el plano internacional como para aquéllas producidas en el ámbito nacional.
Esto no sólo evidencia la entrada de los códigos de violencia delictivos a la escuela sino una
especialización y tecnificación en el uso de la violencia. La violencia visible de la
delincuencia constituye una respuesta a la violencia invisible de las condiciones de vida
inaceptables (ver Gráfico 2).
Gráfico 2. Hechos de violencia escolar por tipo de elemento.
Fuente: Elaboración propia en base a La Nación y Clarín, 1997-2001.
Nota: Sólo se consideraron aquellos casos para los cuales existen datos. La categoría “otros” incluye: cadena,
y martillo.
27,3%
6,1%
63,6%
3%
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
1997-2001
Elementos cortantes
Causantes de incendio
Armas de fuego
Otros
9
La gravedad de los hechos de violencia ocurridos en la Argentina en el último
quinquenio se evidencia no sólo en el medio utilizado para perpetuar la agresión sino en el
daño producido como consecuencia de los actos violentos sucedidos en la escuela. En la
mayoría de los casos de violencia registrados existió algún tipo de daño. En el caso de los
daños físicos la materialización de la violencia se observó en las heridas y la muerte de la
víctima, el consumo de droga y el suicidio. Las agresiones también se manifestaron bajo la
forma de daño moral a través de insultos, amenazas, pintura de cruces esvásticas en los
establecimientos escolares, actos obscenos de exhibicionismo.
Finalmente, la violencia antiescolar (Debarbieux 1996) tuvo como consecuencia el daño
material por medio de los robos perpetuados a las instituciones escolares o al personal
docente y no docente de la misma, las roturas de edificio, la destrucción de documentos y
material didáctico, las tentativas y efectivización de los incendios y las deposiciones fecales
(ver Gráfico 3).
Gráfico 3. Hechos de violencia escolar por tipo de daño.
Fuente: Elaboración propia en base a La Nación y Clarín, 1997-2001.
Nota: Sólo se consideraron aquellos casos para los cuales existen datos.
Conclusión
Nuestra investigación implicó el abordaje de los aspectos específicos que definen la
presencia de las manifestaciones de los hechos de violencia registrados a partir de la
descripción de: su ámbito de ocurrencia (Ballion 2000 y Neufeld 2001); las características
en términos de sexo, edad y rol en la institución de los actores involucrados (Moreno
Olmedilla 1998, Fernández 1999 y Olweus 1998), el tipo de fuerza ejercida en el acto
violento y sus consecuencias en términos del daño ocasionado (Lolas 1991, Debarbieux
1996 y Dupâquier 1999).
Una primera mirada al registro de dos observadores no intencionales de los hechos de
violencia escolar, La Nación y Clarín, proporciona una descripción de las características
relevantes para la identificación de los mismos. A diferencia de la percepción que se tiene
socialmente, los resultados no evidencian un aumento considerable en los hechos de
violencia escolar año tras año, aunque sí señalan estacionalidad en su ocurrencia. Los meses
del primer semestre son más violentos que los otros, tal vez debido al marcado clima de
57,3%
24,0%
19%
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
1997-2001
Físico
Material
Moral
10
indisciplina que se vive en los establecimientos educativos al comienzo del ciclo escolar.
Podríamos conjeturar que esto se debe al extenso período de vacaciones de verano que
antecede el comienzo de las clases. El mismo dificultaría la tarea docente a la hora de
intentar restablecer la disciplina en el espacio escolar.
La violencia escolar ocurre preferentemente en las jurisdicciones con mayor cantidad de
población, dado el alto intercambio social que propician estas zonas, y es independiente del
sector al que pertenece la escuela. Existe el supuesto generalizado de que la violencia
escolar afecta las instituciones que han sufrido más directamente el deterioro económico de
los últimos años. Consecuentemente se tiende a asociar el descenso de la calidad de las
escuelas públicas con el aumento en la ocurrencia de los hechos de violencia escolar en las
mismas. Sin embargo, los diarios no apoyan este supuesto evidenciando que aparentemente
la violencia vernácula o delictiva (Devine 1996) en la escuela ocurre en ambos sectores y no
es exclusiva del sector público.
Dentro de la escuela la violencia reaccional (Ballion 2001, en Souto 2001) se manifiesta
más abiertamente en el nivel medio de enseñanza y en el espacio del aula. La presencia de
este tipo de violencia atenta contra el rol que ocupó históricamente la escuela en el proceso
de integración de los jóvenes a la vida democrática. La violencia que emerge en el espacio
educativo se presenta como un modo de resolución de conflictos, basado en el uso de la
fuerza y de la coerción, socialmente innegociable. Además, se trata de jóvenes que
presentan como resistencia a las normas dominantes una reacción agresiva y violenta. De
esta manera, la relación pedagógica se ve vulnerada generando una ruptura del sistema de
enseñanza e imposibilitando la creación de un clima de convivencia en el aula.
La evidencia presente en el registro de los diarios demuestra que se trata de victimarios
y víctimas individuales involucradas en los hechos de violencia intraescolar, lo cual permite
descartar la presencia del fenómeno de “pandilla” (“gang”) (Dupâquier 1999). En lo que
respecta a la pareja victimario-víctima de violencia escolar está compuesta frecuentemente
por hombres, aunque las mujeres no están exentas. Se trata en la mayoría de los casos de
agresiones entre alumnos, que tienen entre 13 y 18 años de edad (Abraham y Grandinetti
1997).
Nuestros hallazgos coinciden con los de Moreno Olmedilla (1998) respecto de las
conductas antisociales vinculadas al rol de alumno. Podríamos conjeturar que estamos en
presencia del fenómeno de bullying. Los maltratos entre compañeros denominados: bullying
son situaciones en las cuales uno o varios escolares toman como objeto de su actuación
injustamente agresiva, a otro/a compañero/a y lo someten, por tiempo prolongado, a
agresiones físicas, burlas, hostigamiento, amenazas, aislamiento, etc. y se aprovechan de su
inseguridad, miedo y dificultades personales para pedir ayuda o defenderse (Fernández
1999, p. 47). A esto hay que agregar que la mayoría de los hechos violentos suceden en la
escuela media y entre los varones adolescentes, lo cual nos hace suponer que se trata de un
conflicto relacionado con el uso de la fuerza como forma de reafirmar la personalidad
(Debarbieux 2001). Este tipo de violencia interpersonal es una de las causas directas de
traumas psicológicos, riesgos físicos, ansiedad y problemas de personalidad en las víctimas.
También tiene implicancias en el rendimiento escolar ya que ocasiona pérdida de
concentración, ausentismo y lleva al fracaso escolar.
Por otra parte, es importante considerar que los hechos violentos no excluyen a los
docentes, los conflictos entre docentes y alumnos si bien son poco frecuentes están
presentes desde 1997 en el marco de las instituciones escolares en la Argentina.
11
Dos cuestiones resultan esenciales. En primer lugar, el desarrollo de las violencias
dirigidas hacia los docentes en el aula. La pérdida de credibilidad didáctica de los docentes
es uno de los indicadores sin duda más inquietante. En segundo lugar, los actos de
delincuencia han cambiado de naturaleza. El aumento del sentimiento de inseguridad está
ligado a un aumento de los delitos, pero también de las microvictimizaciones de la
incivilidad.
Los hechos de violencia ocurridos en la Argentina entre 1997-2001 son los signos de
violencia antiescolar (Debarbieux 1996) cuya consecuencia se observa en los daños físicos
infringidos tanto a las víctimas personales, como aquéllos daños materiales producidos
contra la propiedad escolar. Las violencias reiteradas pueden ser identificadas como
antiescolares es decir como respuesta al desprecio de los alumnos hacia la escuela.
Cuando los alumnos pierden la estima de sí mismos, o agreden al profesor y devuelven
el estigma contra la escuela o aceptan los juicios de los docentes. Se trata de aquéllos
hechos calificados por el lenguaje jurídico como delitos contra las personas y contra la propiedad
(Chesnais 1978 en Michaud 1986, p. 9). Las conductas antiescolares manifiestan la
resistencia a la imagen negativa que reenvía la escuela a algunos de sus alumnos. El
debilitamiento del sentido de la escuela implica la desaparición del consenso alrededor de la
ley. Esta dificultad de decir y hacer la ley está ligada con la erosión ideológica del consenso
que permitía lo implícito de las relaciones compartidas y fundaba la disciplina.
El registro de los diarios señala la existencia de consenso en la descripción de la forma
que adoptan los hechos de violencia en los últimos cinco años. El uso de la fuerza se
materializa a través de la utilización de un arma blanca o de fuego. La presencia de armas
en el ámbito escolar constituye el rasgo más novedoso tanto para las investigaciones
realizadas en el plano internacional como para aquéllas producidas en el ámbito nacional,
pues señala el nivel de gravedad implícito en su utilización.
De lo dicho hasta aquí se desprende que en absoluto puede hablarse de “la” violencia
escolar y de su aumento como categoría homogénea de conducta. Sabemos que el concepto
de violencia se configura a partir de múltiples criterios y de modo diferente para cada
sociedad. La incivilidad escolar es la prueba de la desorganización del mundo escolar. Es el
mejor signo de esta crisis de sentido que toma al sistema de enseñanza y va más allá de las
prácticas educativas. La masificación es una de las causas de esta crisis de sentido. Puede
ser que la incivilidad de algunos jóvenes sea una incivilidad reactiva, la expresión de un
amor decepcionado por una escuela incapaz de mantener sus promesas de inserción
(Debarbieux 1996, p. 49). El desarrollo de actitudes antiescolares es una construcción
reactiva de la identidad, una tentativa de identificación cultural en la crisis de sentido ligada
al desempleo y a la masificación.
La presencia de “conductas disarmónicas” o “desviadas” con relación al orden social
general y a las instituciones escolares en particular, constituye un fenómeno socialmente
repudiado, que agrava la imagen pública de la escuela. Probablemente, esto conspire contra
la visibilidad de los hechos de violencia escolar en su totalidad y consecuentemente
amenace la validez de los resultados inferidos. Los datos representan sólo una pequeña
fracción de la criminalidad escolar real quedando excluidos un cierto número de delitos no
detectados o no denunciados por los medios de prensa escrita. Sin embargo, la mirada de
los diarios coincide con el retrato de la violencia escolar encontrado en otras sociedades a
partir de un registro sistemático e intencional.
12
Aunque la situación está lejos de ser catastrófica la degradación del clima escolar resulta
suficientemente preocupante. Nuevos son los desafíos que enfrenta el sistema escolar
como instrumento de cohesión social y de integración democrática de los ciudadanos. Es
tiempo de pensar políticas educativas preventivas y asistenciales a fin de evitar tanto la
caída de las personas en situaciones de violencia extrema como su permanencia en ellas y
los efectos que estas situaciones provocan.
Bibliografía
Abraham, Claudia y Grandinetti, Rosalinda. 1997. Curso anual de especialización
interdisciplinaria en violencia familiar. “Violencia escolar”. Mar del Plata.
Barroux, Rémi. 2001. “Violence: dans l´attente de signes forts”. Paris: Le Monde de
l´éducation. Janvier.
Debarbieux, Éric. 1996. La violence en milieu scolaire. 1- État des lieux. 3º edition. Paris: ESF
éditeur.
Debarbieux, E. 2001. "Harcelés au quotidien". Le Monde de l´éducation. Dossier Incivilités: le
ras-le-bol. Enero de 2001.
Devine, John. 1996. Maximum security: The culture of violence in inner-city schools.
Chicago: University of Chicago Press.
Dupâquier, Jacques. 1999. La violence en milieu scolaire. 2° edición, Paris: Presses
Universitaires de

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